La carcoma

Ramsés es un escritor de 29 años que alcanzó un éxito fulgurante con su primera novela pero que no consigue sacar adelante una segunda. Y lo peor es que tiene fecha de entrega pues firmó un contrato por el que se comprometía a entregar la novela que “supuestamente” está escribiendo y recibió un adelanto por ello. Pero el límite temporal se acerca y él no ha escrito una sola línea. Un amigo le aconseja tomarse unas vacaciones, cambiar de aires. Y le ofrece una casita que ha heredado de su tío en un pequeño pueblo en las montañas de Cádiz. Un pueblo muy tranquilo donde nunca pasa nada y donde seguramente encontrará la paz de espíritu que necesita para inspirarse. Ramsés acepta y se traslada a La Carcoma, el citado pueblo. Es un pueblo pequeño donde todos se conocen por lo que su llegada es el acontecimiento del momento. La pequeña casa de madera se encuentra a las afueras del pueblo, junto a la sierra; parece difícil encontrar un lugar mejor para relajarse y para trabajar. El problema es que pronto empiezan a pasar cosas; lo primero, un número misterioso que aparece un día pintado en una de las paredes de la cabaña. Y al día siguiente un nuevo número, el inmediatamente inferior. ¿Qué significará esa cuenta atrás? Y, ¿qué pasó en aquella cabaña, qué le ocurrió al tío de su amigo?.

Ya sabéis que no soy aficionada a los premios literarios pero lo cierto es que últimamente estoy teniendo suerte con ellos. En concreto, los que otorga la institución Alfons el Magnànim me han traído buenas experiencias este año. Ya os hablé del libro “Como el bosque en la noche” de Álvaro Bermejo y os dije lo mucho que me había gustado. Pues bien, el premio joven Nova no se ha quedado atrás y, siendo de un estilo muy diferente, me ha gustado tanto como aquél.

“La carcoma” es una novela de intriga con un importante toque metaliterario. Misterio y metaliteratura, dos de mis géneros preferidos unidos en una novela que me ha tenido enganchada hasta la última línea. Tenía mis dudas porque parecía que tenía un cierto toque sobrenatural y quizás hasta de terror pero nada de eso, podéis andar tranquilos los que tampoco seáis aficionados a estos temas

El punto fuerte de la novela es, en mi opinión, el ambiente tan asfixiante que logra crear. Son varios los libros que he leído este año que transcurren en un espacio más o menos limitado y la verdad es que disfruto mucho de esa sensación de angustia y asfixia que provoca el no poder escapar (a este respecto traigo a colación “La casa de los cactus” de Paul Penn). En esta ocasión la mayor parte de los hechos transcurren en un pequeño pueblo, muchos de ellos en la misma cabaña donde pasa una temporada Ramsés. La Carcoma es un pueblo de la serranía de Cádiz (un pueblo ficticio pero que me imagino estará inspirado en alguno real). En principio, nada puede parecer menos oscuro y asfixiante que un pueblo gaditano, ¿no os parece? Yo me imagino un pueblo blanco, colgado de la montaña, lleno de luz y de alegría…; pues La Carcoma no es así y es un gran mérito del autor hacerlo parecer poco amigable, oscuro, asfixiante, peligroso. Un pueblo y unos habitantes que enseguida hacen sentir a Ramsés un extraño que no es bienvenido. Para todos es un forastero, alguien que cuanto antes se vaya mejor. Nadie le apoya ni le ayuda, ni siquiera la policía le cree cuando comparte con ellos sus sospechas de que está pasando algo raro. Llega un momento en el que como lector no sabes si realmente pasa algo extraño o si todo se lo está imaginando Ramsés o si…, quién sabe, cualquier cosa es posible. Porque, os lo aseguro, en un momento determinado acabas dudando de todo el mundo.

El autor maneja muy bien la intriga y hace dudar, a Ramsés y al lector, de todo. Lo bueno es que en ningún momento sabes por dónde va a tirar; todo es posible: que exista una explicación normal para todo lo que pasa, que la explicación sea sobrenatural, que haya alguien detrás de todo, que no haya nadie y se lo esté imaginando Ramsés… Hay muchas posibilidades y yo me las planteé todas, dudando hasta casi la última página. Una vez que llegas al final -sorprendente, sin duda- te das cuenta de que en realidad todo estaba allí pero que el escritor ha jugado contigo todo lo que ha querido y más llevándote en todo momento adónde te quería llevar.

El final, ay el final, qué bueno me ha parecido. Es de esos finales que cuando parece que todo ha terminado y todo ha quedado suficientemente explicado, resulta que no, que hay un último capítulo. Y cuando lo lees te das cuenta de que todo ha cambiado completamente y que el escritor te la ha vuelto a jugar sin despeinarse. Y el caso es que, si lo piensas, es algo totalmente lógico y que, supongo, ya venía anunciado desde un principio… (ahí lo dejo)

Es una novela cortita, poco más de doscientas páginas, que se lee en un suspiro, incluso de un tirón. Está dividida en capítulos bastante cortos que van desde al 12 al 0, en una cuenta atrás que se corresponde a los números que aparecen pintados en la cabaña y, por tanto, a los días durante los que transcurre la historia. Será un narrador omnisciente quien nos irá contando los hechos con un estilo directo y fresco, lleno de diálogos y ritmo, de muy sencilla y rápida lectura

Conclusión final

He disfrutado muchísimo con esta novela que no dudo en recomendaros. Una novela que no tardaréis nada en leer -por lo que es muy fácil hacerle hueco- y que os va a dejar muy buen sabor de boca. Una novela bien construida, muy entretenida, que guarda muchas sorpresas en su interior
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