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Es un relato ficticio contado por Runak, una niña yazidí (minoría religiosa kurda) proveniente de la ciudad de Sinjar (noroeste de Irak) que tuvo que huir junto a su familia a causa de la captura de esta ciudad por el Estado Islámico en 2014. A pesar de que es ficticio, está muy bien sustentado por este conflicto real. Debe vivir en un campo de refugiados en Duhok, donde conocerá a Amira, una profesora que será una influencia muy positiva para ella y a Viyan, una muchacha mayor que ella y que perdió la voz tras su secuestro a manos del E.I., y a quien Runak entrega una amistad sincera. Me ha parecido un relato estremecedor pero a la vez conmovedor. Cada uno de los niños que se ven en esta historia ha tenido que madurar rápido por los actos de violencia que ha vivido. Deben permanecer en un campo de refugiados, a expensas de una ayuda que no viene. Me ha parecido terrible el drama de los niños y las mujeres que regresan con sus familias, y no siempre es un lugar en el que van a mejorar, pues arrastran con ellos sus traumas y vivencias, que les comen por dentro. El estrés postraumático, el poco entendimiento de quienes están a su alrededor... A parte de su contenido, me han parecido preciosas las descripciones de los dibujos de Runak, sus impresiones sobre el mundo, la manera en la que va avanzando gracias a su talento para el dibujo. del negro a una gama estrambótica de colores. También me han fascinado los detalles de la religión y cultura de los yazidies, que hasta hace poco desconocía. Una historia con grandes enseñanzas sobre la superación y la fortaleza, que ojalá os animéis a leer. Gracias a su autora por hacerme descubrir esta historia.&#xNaN. |
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