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Emily es una académica centrada en la driadrología, es decir, el estudio de las hadas; el pico de su interés radica en las hadas, en investigar el máximo posible sobre ellas, sus tradiciones, hábitos, apariencia, forma de comunicarse... Todo lo que pueda sonsacar de sus propósitos. Y sus habilidades sociales con personas de a pie, digamos que no es... demasiado buena. Apenas pone un pie en Ljosland y ya ha conseguido enfadar a la "madre" de la aldea, con sus consiguientes consecuencias: la gente deja de tratarla como una invitada, los desayunos parecen cada vez menos apetitosos y la gente no está muy dispuesta a hablarle de lo que saben sobre sus hadas. Hasta que llega Bambleby, su compañero académico en Cambridge que, para su investigación de campo, utiliza a los cientos de estudiantes admiradores que harían lo que fueran por él: desde limpiar la cabaña en la que se hospeda como pasearse por un frío glaciar analizando posibles grietas entre el mundo humano y el de las hadas. Ha sido curioso y me ha gustado. Especialmente su atmósfera, lo he sentido como una mezcla de light academia y cottagecore (aunque en parajes helados y cargados de nieve, ¿tiene eso sentido?), la descripción de los paisajes y de las sensaciones heladas de los protagonistas casi podían sentirse a través de las páginas y la forma de escribir tan evocadora de la autora ayuda mucho a conseguirlo en su plenitud. No he encontrado a Emily tan gruñona como he visto en algunas otras reseñas, es una chica con escasas habilidades sociales que apenas se preocupa por tenerlas, tiene una idea fija y son las hadas. Investigar, investigar y seguir investigando. Su vida es eso, ¿acaso debería de encajar en esos estrechos parámetros la vida con otros seres humanos más allá de proporcionarle más información sobre las hadas? Aunque, creo que por ese intento de hacerla una cascarrabias y no terminar de lograrlo, el personaje no me ha terminado de parecer perfilado, como su tuviera mucho de unas características y poco de otras, opacándolas y sin resultar en algo completamente definido. Bambleby es la cara totalmente opuesta a la protagonista y forman un dúo bastante peculiar. Especialmente cuando se trata de investigar y él apenas parece por la labor, ni de redactar sus conclusiones, ni de pasarse horas en medio del campo para lograr discernir algo. El que más me ha ganado ha sido Poe, un hada escurridiza que Emily conoce de casualidad en una de sus primeras salidas por el pueblo. No sé qué en concreto lo ha hecho tan especial, porque apenas hay retazos de conversaciones con ella, pero esa pequeña amistad y conexión que labran entre los dos me ha parecido enternecedora. El mundo de las hadas ha sido una pasada. Oscuro. Lleno de aristas. Heladas. Con su naturaleza escurridiza y a la vez tan directa que les caracteriza. Me ha encantado introducirme en sus secretos y su mundo de la mano de los protagonistas, esto, unido a la ambientación, ha sido un plus enorme en el libro. Y, como siempre me suele pasar, el romance ha sido un poco extraño. Me ha faltado mucho contexto y poco sentido, de todas formas y aún dentro de mis constantes pegas al amor en libros en los que se mete un poco a presión en la trama porque esta no lo requiere, es la esencia de los personajes y, en eso, encaja perfectamente. |
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