Umbría

Podría comenzar la reseña de esta obra señalando que en Umbría se encuentra el mejor relato de terror que he podido leer este año. Una de esas piezas que te atraviesan de un modo inesperado, conectando conmigo como no lo había hecho ningún otro relato hasta ahora y que, de por sí, justificaría la lectura de todos los fragmentos que componen un libro tan especial como es esta obra de Santiago Eximeno. Sería conciso, certero y lleno de ese cariño especial que convierte las páginas de un libro en tu tesoro personal.
Pero a fin de cuentas, un relato como Lo más dulce es solo un paisaje más escondido dentro de esta terrible experiencia que supone adentrarse en los mundos de Umbría. Una de las tantas puertas que el lector deberá atravesar para entender que hay ciertos lugares a los que es mejor no acercarse aunque, para su desgracia, ni siquiera depende de él. Es un relato muy persona que consiguió ponerme los pelos de punta por esa conexión mágica que surge cuando menos lo esperas. Sin embargo, más allá de esa magia, lo que nos encontramos en esta recopilación de historias son puertas a aquellos paisajes inhóspitos que habitan dentro de cada uno de nosotros, materializados entre horrores que se acercan mucho a eso que denominamos La nueva carne. Tormentos ambiguos llenos de dolor, pesadillas que atraviesan los sueños para corporeizarse en forma de arrepentimientos, condenas morales que se retroalimentan para que jamás olvides tus pecados…
Ese tipo de turismo no suele ser agradable de visitar, la verdad. La mayor parte de sus tierras huelen a humedad, el aroma se acerca a la putrefacción y no te quieres preguntar si ese dulzor que recorre las paredes hasta impregnar todas las superficies es lo que realmente crees que es. Pero, lo que realmente aterra, es que toda esa herrumbre, la decrepitud, la putrefacción es real. Puesto que Santiago Eximeno tan solo se vale de esos paisajes para reflejar cada una de las emociones que, bien por inanición o por la propia perversidad, nos destruyen la conciencia. Sobre todo dentro de ese ámbito de confort que supone tiene que ser el núcleo familiar. Para el autor la felicidad conyugal y sus fantasías de colores tiene la misma validez que su reverso tenebroso. A lo largo de los relatos vemos una realidad demasiado reconocible como para tener que esconderlas entre los mundos oníricos de Umbría. Enfermos de celos, maltratadores, alcohólicos, negligentes, torturadores…dan forma a esa realidad que se esconde tras las puertas de un idílico núcleo familiar podrido de secretos.
Lo que no se ve parece que no existe, pero la realidad es mucho más terrible. Tanto, que nunca podrás olvidar que también formas parte de ella, carcomiéndote cada noche cuando apagas las luces.