Los últimos días

La verdad que es curioso. Llevo toda la mañana tratando de transmitir las sensaciones que me ha produciendo la lectura de esta novela y las únicas respuestas que recibo son las de que mis compañeros de trabajo me miran con cierto recelo. Es comprensible, ya que el argumento que nos presenta Los últimos días es lo bastante contundente como para plantearte si lo que tienes entre manos es la obra de alguna mente perturbada o algo mucho peor.
De esta historia solo basta contar que nos encontramos con una especie de novela negra en donde nuestro detective se tiene que adentrar en una sociedad secreta cuya jerarquía se basa en el número de amputaciones que tienen los miembros que pertenecen a esa sociedad. Créanme que eso es solo rascar la superficie porque, desde los primeros instantes en los que te adentras en esta pesadilla todo se va a ir enrevesando mucho más hasta que llegas a sentir la imperiosa necesidad de averiguar que es exactamente todo lo que está pasando.
Eso claro supone que la novela la puedas terminar de una sentada, a pesar de sus doscientas cincuenta páginas. Y es que Brian Evenson es consiente que su propuesta es arriesgada, que no será de gusto de todo el mundo y que el público al que está destinada su historia no es fácil de sorprender. de ahí que decida elevar el nivel de la apuesta que nos cuenta a cada capítulo presentándonos un paso más en este laberinto cuya única salida termina en un puro precipicio.
¡Pero, espera un momento!, ¿quiere eso decir que vas a leer una novela donde las mutilaciones forman parte del argumento y que todo eso va a ir en aumento? Yo sabía que tú nivel de perversion era alto, pero eso que cuentas ya roza lo enfermizo.
Pues ya ves, ahí radica la auténtica magia de esta novela y es la capacidad de contar un argumento tan extremo sin recurrir a la descripción visual de cada uno de los momentos que se presentan. Que los hay y es necesario tener en cuenta que una novela de este tipo no será del gusto de todo el mundo. Pero no tienes esa sensación incómoda de que el autor se recrea en el acto sino en las consecuencias de esos actos, haciendo que la lectura sea mucho más interesante y llevadera.
Y ahora mismo no puedo evitar sonreír por los momentos tan pertubadores que van pasando a lo largo de sus capítulos, de esos que merecen conversaciones aparte con aquellos que hayan leído la novela. Pero, ¿saben? Aún así tan solo es el comienzo de esta historia ya que Evenson se guarda muchas más sorpresas para el resto de la novela. Quizás durante esa parte el ritmo de la historia, que no las sorpresas, decae. O quizás es que tú nivel de sorpresa ha llegado a su límite y ya todo lo que lees es un añadido extra a lo vivido. Pero es durante esa parte de la novela cuando Evenson aprovecha para llenar de alegorías su novela y contarnos lo que quería narrarnos desde un principio aprovechando la complicidad rendida del lector.
En definitiva, una de esas novelas que ocupará un puesto importante entre lo mejor del año y que, aún así, es difícil de recomendar. No vaya a ser que también me veas como lo hacen mis compañeros de trabajo.