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Si hay algo por lo que me ha sorprendido esta colección de relatos de Edogawa Rampo es por el descubrimiento de un autor al que tenía encasillado dentro del subgénero del eroguro. Su fama dentro de esa vertiente es reconociday la cubierta de este libro, con una de esas imágenes tan icónicas del elegante Ilustrador Suehiro Maruo, era una decidida apuesta por esos mundos perversos donde la sangre y las vísceras empapan los momentos de pasión descontrolada. Sin embargo, esa faceta tan aclamada de este escritor, de la que quiso desprenderse a lo largo de su vida, tan solo queda representada es su aclamado relato La oruga, uno de las historias más fascinantes que puedes leer, llena de interpretaciones que van desde lo sádico a lo puramente romántico, por no repetir el marcado carácter antibelicista del mismo. Pero es que, como decía, esta colección está compuesta por otros relatos en donde se puede apreciar la compleja manera de afrontar el horror que tiene este maestro japonés. Historias como Un amor inhumano o el precioso El hombre que viajaba con un cuadro en relieve nos ofrece a un Rampo obsesionado por el poder hipnótico del amor, aunque los objetos del deseo adopten formas alejadas a lo convencional. También podemos encontrar otros textos que parecen heredados de su admirado Poe, como el relato inicial El que pasea al revés del techo, en el que nos acerca a la posibilidad de ceder ante el Demonio de la perversidad o el más que evidente homenaje a Hop Frog que encontramos en el angustioso Pulgarcito Baila. Muestras de textos que se alejan de esas imágenes desagradables a las que nos tiene acostumbrado, apostando por unas tramas llenas de sutiles reflexiones. Por último tenemos a lo largo del libro las obsesiones habituales de Rampo. Los seres deformes, las muñecas, los comportamientos enfermizos y en relatos como El infierno de los espejos, la óptica y todo tipo de reflejos. Obsesiones que definen a un escritor fantástico que merece la pena descubrir. La mirada perversa es, en definitiva, un recorrido por la obra de este autor que consigue alejarnos de todo tipo de prejuicios hacia lo grotesco y macabro. Pero sobre todo nos trae a un autor de ideas claras y contundentes. Y ese que, en cuanto a obsesiones, no hay nadie que le supere. |
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