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La realidad se desquebraja Eduardo Cornos es un escritor de éxito que solo puede definir su vida como feliz. Sin embargo, el día en que su hijo es secuestrado la realidad se desquebraja en fragmentos. El paso de un cometa, el cambio producido por él en los seres humanos, tira por tierra todas sus esperanzas. Solo, solamente le queda una salida, continuar. Y, desde luego la novela es apocalíptica y nos encontramos dentro del género Z, aunque este tenga una relevancia relativa. Ante un hecho más o menos inexplicable que alterará la humanidad, realmente lo que encontraremos es una novela que nos habla de lo humano. La novela se coordinará en distintas voces que nos irán dando diferentes reacciones ante lo sucedido. Así, al personaje de Eduardo se unirán los personajes de Gabriel, David y Juan: desesperación, responsabilidad, esperanza y reacción. Y sin embargo, no encontraremos una novela donde predominen las escenas de acción y supervivencia en ese viaje a ninguna parte al que estamos acostumbrados en este tipo de novelas. En ella encontramos, como anticipábamos, escenas de supervivencia psicológica y humana. La moralidad quedará en un segundo plano, ya que no estamos siendo jueces o dioses en el asunto, sino enfrentándonos a un miedo tan real (que en nuestra realidad vivimos) como lo son la soledad y la pérdida de humanidad. En este sentido, a pesar de que la temática es fantástica, la novela refleja muy bien ambas cuestiones. La tensión no sufrida Además, es una novela que no nos hace sufrir en exceso. Parece que en este tipo de novelas siempre se tiene que dar una vuelta de tuerca más que pone en tensión al lector, cosa que personalmente me cansa. En este caso no, lógicamente tenemos tensión y queremos que sucedan las cosas, pero una vez que la trama se encamina, no la retuerce más de lo que es lógico que se retuerza. ¿Quiere decir que no encontraremos problemas? En ningún caso, los personajes no lo tendrán para nada fácil, pero el susto gratuito se borra en aras de un peligro real en situaciones peliagudas. Gracias a esto, la novela se permite tener una composición en anillo, donde más allá del desmoronamiento de mundo, lo cotidiano consigue recobrar su importancia. Las cosas han cambiado y hay cicatrices y heridas que sangrarán siempre pero esas promesas de que algún día en las que tan poca fe tiene el protagonista, se dan, aunque sea con dolor y pérdida. Ágil, rápida y directa Más allá de esto, a nivel estilístico, nos encontramos con una novela que se lee en un suspiro, ya que el autor no da tregua, pero no satura, y consigue que nos enganchemos de principio a fin. Su prosa, fluida, sencilla y directa nos permite que entendamos a los personajes rápidamente y que, si bien la situación a nivel escenario pueda ser caótica por la propia idiosincrasia de lo que está sucediendo, la acción se ve reforzada por las acciones y reacciones de los personajes. Una novela más que Z Gracias a su estilo y la buena construcción de trama y personajes, nos encontramos ante una novela que da gusto leerla. Me ha gustado porque el caos es secundario y la reacción a este caos y su reflexión es el enganche principal. Y no dejamos de lado su género, ya que encontramos todos los tópicos del mismo muy bien elaborados. En definitiva, una novela que podemos leer en cualquier momento y que nos llevará por el viaje de un padre que busca a su hijo en mitad de una marabunta de personas que han caído en la ira. Interesante… Espero que os animéis con ella. Enlace: http://ellibroenelbolsillo.b.. |
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