La hija del pantano

Helena fabrica tarros de mermelada y jalea real y lleva una vida cómoda junto a su marido Stephen y sus pequeñas , Irís y Mari en honor a los tipos de flor favoritas de su madre .

Se trata de una lectura amena y fácil de leer si te saltas capítulos . No es un thriller al uso aunque tiene pinceladas.

Empieza bien con un arranque interesante en el que introduce la historia actual de Helena con la pequeña Mari mientras reparte los tarros de mermelada, pero pasa a relatar las circunstancias en las que creció y se crio durante el cautiverio de su padre que se ha fugado de la cárcel.
Se me ha hecho pesadísimo que me describa tan detalladamente como cazaba y descuartizaba animales o como se conocía el pantano al que una parte de ella sigue perteneciendo. Ahora , una mujer casada y con dos hijas, cuenta la evolución hasta que asume que aquella niña se quedó atrapada en el pantano y la mujer en la que se ha convertido huyó para salvar a su madre.
Cada capítulo desarrolla los recuerdos del aprendizaje de Helena en el pantano, los juegos con su padre y finaliza introduciendo una variante retrospectiva al momento actual siguiendo las pistas de aquellos juegos ahora en la persecución de su padre.
Hay un recorrido metáforico en la historia en el que la protagonista utiliza varias frases que representan la relación que tiene con el padre y su evolución hasta una especie de rendición en el que ella asume que se ha liberado de el.
Pero más allá de esta parte, se hace denso, lento y aburrido .
De hecho, en las treinta últimas páginas, hay un capítulo en el que prácticamente resume en un párrafo todo lo anterior (entonces para que me cuentas tu etapa en el pantano?).
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