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Le llega el turno a una novelette de “Terror”, en formato bolsilibro que mola mil. Lo que mejor lleva este relato es la intriga y el suspense, preguntándome a cada momento «¿qué está pasando?». Aunque terror como tal, no he sentido. Con una narrativa fluida, la historia se devora en un suspiro. Otro punto a destacar es la ambientación, muy bien descrita, así como la ansiedad e incertidumbre que siente la protagonista. La autora transmite esas sensaciones a la perfección. La historia te engancha desde el principio, viviendo cómo una simple situación cotidiana evoluciona hasta una crisis de identidad y locura. No obstante, el desenlace me dejó bastante frío. No es que fuera predecible por completo, aunque sí imaginaba algo, pero sobre todo no me gustó el momento final en el que empiezan a descubrirse las cosas, a mi parecer, de una manera algo caótica, en la que ya pensaba que cualquier cosa podría pasar por más fantasioso o increíble que me pareciera, no consiguiendo entender ni visualizar bien las últimas escenas y desconecté al perder el sentido de la expectativa que me había ido generando durante el resto de la historia. Quizás fuera a propósito y el problema sea mío, pero es como lo sentí. Se podría destacar también la crítica social que lleva implícita en cuanto a la precariedad, dificultad y abuso inmobiliario en el que nos encontramos en la actualidad. Por lo que he leído, esta novela es el cierre de la “Trilogía de la precariedad”, por lo que me haré con las anteriores para disfrutar de la pluma e historias de Enerio. |
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