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Nada más entrar en el libro nos recibe un disparo. El sonido, en plena noche, de esa bala saliendo del arma para entrar en un cuerpo sería más que suficiente para atrapar al lector hasta el final de esta novela. Pero hay más, porque el disparo actúa como una especie de máquina del tiempo y nos traslada desde 1959 hasta 1938 para conocer desde el principio la historia de Lily y Everett, el matrimonio protagonista, y entender qué ha ocurrido, volviendo al final del libro a ese momento posterior a la opresión del gatillo. Y entre cultivos de lúpulos y el río en el Valle de Sacramento (California), nos encontramos con esos dos personajes y sus respectivas familias, que nadan en la negra espesura de las mentiras, las traiciones y las infidelidades. Unas vidas inestables, infelices, forzadas, agitadas como los rápidos de un río o la coctelera en la que se prepara un Manhattan. Joan Didion crea, en este su debut como novelista (¡y qué debut!), una historia con el más auténtico sabor norteamericano, que huele a humo de cigarrillo y deja el regusto de una copa de bourbon. Personajes en búsqueda de esa felicidad que, cuando uno cree estar a punto de tocar con los dedos, se deshace como el hielo en el calor del verano californiano. Lily y su cuñada Martha (mi personaje favorito) destacan en la novela con unas vidas construidas con la misma solidez que un castillo de arena y que, al desmoronarse, se descubren como auténticas arenas movedizas de las que intentan escapar una y otra vez. Pura inestabilidad. Estupenda novela, tan puramente norteamericana, tan disfrutable. Joan Didion, volveré a encontrarme con tus palabras. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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