El libro se divide en dos partes claramente diferenciadas por un suceso que marca un antes y un después en la historia. En ambas se van alternando capítulos que nos narran en tercera persona, con otros en primera persona, denominados Interludios, y que no sabemos la identidad del narrador. Me ha resultado difícil empatizar con ninguno de los personajes, ya que no se sabe bien de qué pie cojea cada uno. Se genera una sospecha alrededor de todos ellos, aún sin saber de qué sospechamos, y una continua sensación de que nada es lo que parece. Personalmente, me ha enganchado más la primera parte que la segunda. Aunque tengo que reconocer que el final me ha pillado totalmente desprevenida, no me lo esperaba para nada. Cogí este libro sin esperar nada de él, ni para bien ni para mal, y me ha resultado una lectura amena, que ha sabido mantener la tensión de principio a fin y que, en resumidas cuentas, he disfrutado mucho. |