Los carrilones

Justo un año después de la publicación de Canción de Navidad, Dickens despertó conciencias con esta obra, también conocida con el nombre de Las campanas.

Dividida en cuatro cuartos como referencia a los de las agujas del reloj, el cuento vuelve a mostrarnos presente, pasado y futuro, pero de una forma más desgarradora que su predecesor.

La extrema pobreza y los avatares que esta produce es el argumento principal de una obra muy bien recibida en su época y poco comentada en nuestros días.

Con su hábil y magnífica prosa, Dickens deja la resolución para el final, y pone en ojos de Trotty todas las penurias que padecerá su hija Meg tras una boda que su padre tratará de evitar.

Campanas que hablan, sueños, y curiosos personajes al servicio de un texto delicioso y de gran carga social.
La imaginación al servicio del pueblo, y un relato que no escapó de la crítica por un contenido político que yo no alcanzo a ver.

Leer a Dickens siempre es interesante, sus cuentos en fechas señaladas, se me antojan tan imprescindibles como el árbol de una Navidad todavía por llegar. (En nada, Mercadona saca los turrones)

No olvidemos, más aún con estas especiales circunstancias, que hay mucha gente que lo está pasando verdaderamente mal, y si bien no podamos erradicar el hambre de un plumazo, al menos huyamos un poco de nuestra propia frivolidad.

Notable cuento, de un Dickens que amén de escribir bien, disfrutó de una poderosa imaginación que la literatura recibió en herencia.

Y de esta herencia no nos cobran impuestos...de momento...aunque todo se andará.