Los sacrificios de Dickens en sus tantos dobles. Hay que interpretar como Chesterton para soportarlo. O por lo menos tener la voluntad de Dickens para seguir adelante. Hasta caer frío sobre la mesa de la cena una noche cualquiera. No tiene sentido que esta intuición de la condición humana tenga sentido. Lo terrible es que parece tenerlo. Todos somos Silverman de una u otra manera.
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