Ubik

Cuando Vicente @lamontanamagicalibreria me puso este libro en las manos, mi primera reacción fue desconfiar. No me creía afín a la ciencia ficción, hasta que leyendo me di cuenta que se tratan temas que sí que son de mi interés. En este caso, los prejuicios no me dejaban ver el sol. Ciencia ficción era algo así como un eco en mi cabeza que hablaba de naves espaciales, experimentos y gente extraña haciendo cosas extrañas.

Así como me pasó hace años con Un mundo feliz de Huxley, comprendí que tras un vocabulario desconocido, emisario de una realidad ajena a la lógica, se muestra una profunda reflexión sobre la muerte y la regresión en el tiempo, entre otros muchos aspectos.

Los primeros capítulos de Ubik son muy caóticos, se nos presenta a un grupo de humanos con poderes capaces de contrarrestar el efecto de los telépatas, en una época (1992) donde aquellos que mueren no lo hacen del todo, sino que es posible mantenerlos en un estado de semivida y seguir comunicándose con sus mentes.

Este caos va cambiando de forma y se convierte en una historia trepidante cuando una explosión trastoca los planes de este grupo. Y hasta ahí puedo contar.

Pese a que esta novela fue escrita por Philip K. Dick en 1969, resulta muy curioso la visión que nos transmite del Nueva York de los años 90, un modo de vida que tiene algunos puntos en común con la actualidad y otros completamente dispares. Una sociedad donde el dinero es tan importante que si no introduces una moneda no puedes abrir la puerta de tu habitación.

Es un texto ágil pero con la suficiente densidad para no darte cuenta de que lo estás consumiendo más rápido de lo que querrías. Uno de sus puntos fuertes es que mantiene el punto justo entre tensión y distensión; otro es un personaje principal que, pese a no ser nada invasivo, tiene la suficiente carisma para no desanimarte en el empeño de acompañarlo por una realidad que es más hostil de lo que parece.

Ubik es la solución transitoria a un problema que en sus páginas finales no se nos presenta resuelto, sino que nos deja preguntándonos qué ha pasado y qué pasará cuando inevitablemente lleguemos al punto y final.

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