Trece mentiras para no enamorarse

Raven es un hombre hecho a sí mismo: ha nacido y crecido en las circunstancias más adversas posibles y, a base de coraje y tesón, ha logrado tener lo que podría considerarse un buen puesto dentro de los ambientes peligrosos y turbios en los que se mueve. Eso no evita que tenga conciencia ni sentimientos, ya que la desgracia y el dolor que se cebaron en él no han hecho que pierda del todo su humanidad.
Sheena ha salido huyendo, espantada por el dolor y el sufrimiento. Está tan asustada y dolorida que es completamente incapaz de confiar en nadie ni de aprovechar ninguna de las oportunidades que se le presentan debido a un terror que la atenaza desde lo más profundo de su alma y la impele a salir huyendo a toda costa sin darse cuenta de los riesgos que deja atrás ni de los que enfrenta de nuevo.
Dos personas tan diferentes se encuentran y chocan y, de repente, han de hacer una reflexión sobre lo que quieren y esperan de sus vidas, si se atreven a dar un salto al vacío o siguen el mismo camino aunque ya sepan adónde conduce.
La escritora relata muy bien tanto los sentimientos de los protagonistas como los ambientes en los que se mueven. Sus vidas y todo por lo que han pasado, lo que los ha llevado a tomar ciertas decisiones, pensamientos, sentimientos y el rumbo con el que encaran sus destinos quedan reflejados.
De igual manera, el ambiente oscuro y sórdido en el que se mueven, deshumanizado a veces y lleno de violencia contrasta con algunos momentos de luz, más románticos o amables.
Una historia romántica, situada en un lugar poco común y feroz, que va surgiendo y creciendo contra todo pronóstico, a pesar de los impedimentos externos y de los propios protagonistas. No te lo pierdas.