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Tras años de haber leído «Diario de una dama de provincias» me dispuse a leer la continuación de esta obra que tanto me atrajo por su sarcasmo, su ironía y su sentido del humor, tan típicamente inglés. Como la primera, esta novela es también muy divertida, el personaje es franco y honesto, sin ápice de impostura, no con el lector al menos. Pero sí hacia otros personajes, algo que el formato de diario de la novela le permite. Se trata de una sátira que pone el foco sobre las convenciones sociales y familiares inglesas… de las que ella misma forma parte. El aburrimiento en su propia vida se manifiesta en múltiples y diversas ensoñaciones y contiene una crítica potente al papel de la mujer esposa y madre. En este sentido, el personaje trata de mantener un equilibrio complicado entre sus obligaciones como madre y ama de casa y sus deseos y anhelos como mujer y escritora. Al revelar sus pensamientos ante todo acontecimiento y observación de los personajes con quienes interactúa, y con un talento especial para la crítica mordaz, el personaje hace partícipe al lector de esa vida cargada de frustraciones; la idea de perfección como anhelo patente en todo momento es en parte la responsable del estado emocional de nuestra querida dama de provincias, de quien deseamos saber si logrará liberarse de facto de todas esas convenciones de las que tan ingeniosamente se burla. |
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