Casa de nadie

"Tal vez este libro del que a veces hablamos, la historia que pretendo contar, la crónica que prometo escribir sobre ellas puede ir encaminado en ese sentido: un regalo empático como el que se merece Sonia, plagado de detalles".

Viajar, emigrar, estudiar. Laureano Debat, autor argentino, realiza esta tríada tan habitual, tan común en 'Casa de nadie'. Llegar a Barcelona e instalarse no suele ser tan fácil. Nos encontramos en el año 2010 y el protagonista de la historia, en esta especie de diario autobiográfico nos cuenta su experiencia anómala, radical en cuanto a extraña. Compartirá piso con dos prostitutas, madre e hija chilenas, Jimena y Sonia (nombres ficticios) durante casi un año.

"En la casa todo parece estar siempre en su sitio, como si nada se usara nunca. Los objetos carecen de pasado. Todo es efímero."

Así, el día a día de la casa transcurre en dos espacios distintos, los comunes, cocina y pasillo y las habitaciones. Un ala de la casa para los trabajos de las mujeres, la otra para compartir charlas, cafés y cigarrillos. Cocinar, planchar, limpiar, tareas cotidianas dentro de un cosmos reducido de clientes, gestos y disfraces provocativos.
Todo con esa sensación de pérdida o abandono, ambas han dejado en Chile a hermanas/hijas y un padre/marido extraño, ajeno ("me cansé del padre, de sus maltratos, de sus pedos tristes, de todo ese abandono"). La dureza de la emigración, del sexo para sobrevivir tiñen líneas y páginas de este libro con una sensación de tristeza y pesadumbre.

Nueve meses sirven para construir el relato, detallar cenas y salidas, gentes de paso en ciudades que absorben a esos habitantes, hombres y mujeres, que viven en los márgenes difusos de sus contornos. Y las protagonistas las dos prostitutas y sus clientes: "actores figurantes que solo puedo conocer, percibir o imaginar desde unas bamabalinas".

En la propia crónica hay momentos para la empatía, la sinceridad, el enfado o la indiferencia. La excepcionalidad acaba volviéndose monotonía.
"Tal vez se trate de un simple tránsito por el acostumbramiento"
Solo hay que convivir. Escuchar. Contar.

[Agradezco a 'Masa Crítica' y a la editorial Candaya la posibilidad de leer este ejemplar para Babelio].