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El nivel de este tercer tomo sigue muy alto, aunque la obra empieza a pedir un cambio si no quiere que sus mayores virtudes acaben convirtiéndose en defectos por repetición. La autora sigue jugando con conceptos muy estimulantes como el jardín del inframundo, y con criaturas no menos estimulantes que interactúan con los vivos, en una explosión de luces, sombras y creatividad de Emma Ríos realmente sorprendentes. Ojalá en un futuro salgan más tomos, porque puede llegar a convertirse en algo verdaderamente grande esta saga. |
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