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Cuatro hombres y cuatro mujeres protagonizan la novela. El matrimonio de Irene y Gary forman la columna vertebral de la historia. En el otoño de sus vidas descubren el vacío que ha sido su existencia. Él, un hombre cobarde que, como todo buen cobarde, echa la culpa de todos sus males a los otros, en este caso a su mujer. Ella, una mujer que, por el miedo constante a ser abandonada como lo fue su madre, ha subordinado su vida a las necesidades de un hombre inmaduro que la desprecia. Su hija Rhonda sigue la tradición de la familia y solo tiene un objetivo: casarse por todo lo alto y salir de la vida miserable que ha vivido hasta ahora gracias a la buena posición económica de Jim, que, a su vez, tiene como único objetivo aprovechar los “diez años buenos que le quedan” para follarse a todo lo que se mueva mientras se refugia en la comodidad de una relación nada exigente. El resto de los personajes son comparsas de la trama, la loba de Monique, niña rica que se dedica a utilizar a los hombres; el vivelavida de Mark, hermano de Rhonda, y la tonta de su mujer, que ni recuerdo su nombre; y el pobrecito de Carl, de excursión en Alaska arrastrado por Monique, y al que todavía le falta un hervor. Y todo esto narrado con un estilo tan rotundo y frío como el clima de Alaska y que pica (duele) tanto como los mosquitos que a miles se encuentran por allí. Nadie sale bien parado de la pluma de este buen escritor. La recomiendo a pesar de que el desenlace sea excesivamente, y creo que innecesariamente, dramático. |
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