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Imagina vivir rodeada de hombres que te tratan como a un objeto, como si fueras algo que pueden usar a su antojo, como algo de su propiedad que pueden violentar y maltratar según les plazca. Imagina que el trato que recibes comienza a tener en tí efectos inesperados y que, poco a poco, empiezas a convertirte en aquello que la mirada masculina te impone. Eso es lo que le pasa a la protagonista de esta historia, que, poco a poco, se va convirtiendo en un animal. Concretamente, en una cerda. Cuanto más avanza su transformación, peor la tratan. Cuando más se torna en aquello en lo que los hombres la han convertido, más violencia recibe. Marie Darrieussecq escribió este libro en los años 90, harta del acoso callejero y de la violencia hacia las mujeres. Es una novela descarnada, que surge de la rabia, y eso se nota en la escritura. En este relato, la autora construye a una protagonista que no se cuestiona su posición en el mundo, y que, incluso, reproduce comportamientos machistas y racistas sin pararse a pensar de dónde vienen. La protagonista tiene tan normalizada la violencia -la que ejercen contra ella y la que ella ejerce también de alguna manera, al reproducir ese sistema de valores- que ni siquiera la asume como tal. Su relato inocente, casi desenfadado, de cómo la tratan los hombres que la rodean, hace que se te revuelva el estómago. Es precisamente esa manera de contar la que hace que la lectura sea angustiosa, desagradable y asfixiante. El libro es una gran sátira del patriarcado y del capitalismo. Una sátira que no busca agradar, sino revolver todo lo que tenemos dentro. No podría decir que me ha gustado porque no es esa la intención de la novela. Me ha desagradado y me ha dejado con un nudo en el estómago, y creo que eso es precisamente lo que buscaba. |
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