Cuando supe que algunos estaban haciendo "correcciónes política" a los libros de Roald Dahl y censurándolos, decidí leer su obra más irreverente: “Mi tío Oswald”. El estilo de Dahl en esta novela es inesperado: totalmente delirante y desenfrenado. Utiliza su ingenio característico para abordar temas tabú de manera ligera y entretenida. La trama está repleta de situaciones absurdas y diálogos ingeniosos. Aunque menos conocida que sus obras para niños, “Mi tío Oswald” es una muestra del humor negro que revela el lado más travieso y adulto de Dahl. El libro incluye contenido sexual y temática adulta, pero lo hace con humor y sarcasmo, en lugar de erotismo. Oswald descubre un afrodisíaco natural y comienzan las travesuras. Sin entrar en detalles, este super-Viagra se desliza en un chocolate ofrecido a la víctima, quien ya no puede contenerse y se abalanza sobre la dama, quien recupera el botín y corre a depositarlo en el banco de esperma secreto. Lo que hace todo esto divertido es que todas las víctimas son figuras conocidas: desde monarcas europeos (como Alfonso XIII), Renoir, Monet, Einstein o Freud. |