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Fue a finales de septiembre cuando recibí la petición de una escritora indie. Su petición fue sencilla: que le diese mi opinión sobre la primera novela que había escrito y publicado con Amazon. Por mí, por supuesto, no hay problema. Siempre estoy encantada de recibir este tipo de encargos. Es así como me vi sumergida en “La Crisálida”, una obra que, puedo intuir, nació tras decretar el estado de emergencia en todo el mundo tras el brote del Covid-19. La historia de Andrea gira en torno a Ella: cómo nació, cómo funciona, cómo somete a la población… Por lo que he podido comprobar, en este sentido, lleva aparejado la crítica dirigida al control de las masas y cómo puede llegarse a limitar los actos y la libertad de todas personas. La primera vez que Andrea y su familia utilizó la crisálida para poder controlar el brote de un virus, se ven obligados, como el resto de sus vecinos y amigos, a internarse en una cápsula para dormir el tiempo que tarde la nueva amenaza en remitir. En este punto no paraba de preguntarme en cómo sería la vida de las personas; cómo se sentirían al tener que convivir continuamente con el miedo y la inquietud de tener que someterse a esta especie de sueño inducido. No tardé mucho en descubrirlo, la verdad, porque ya previamente lo intuía. A pesar de vivir en una sociedad con este tipo de miedo metido en el cuerpo, la protagonista decide irse lejos, muy lejos de su familia a estudiar psicología en la universidad. Allí conoce a Victoria, una chica bastante loca y descabellada de la que rápidamente se hace amiga. También es la primera en saber lo que le pasa a Andrea cada vez que se interna en su crisálida. Lo que no se atreve a revelarle es a quién ha conocido ahí dentro, entre la oscuridad y el sufrimiento que parece sentir: a E. Pero, ¿Qué hará cuando se encuentre con él en la vida real? No todo es como nos lo cuentan. ¿Y si realmente nos controlan y lo saben todo de nosotros? Es perturbador y dan ganas de lanzar el teléfono y cualquier dispositivo lejos, por si realmente nos están espiando. Andrea descubrirá que tras la crisálida se esconde mucho más que la aparente preocupación de los altos cargos por la seguridad de la población. La historia en sí me ha parecido que corría; que tenía prisa por llegar al final y, por tanto, a la reflexión que pretendía dejar P.C. Crespo. A nivel personal, he llegado a confundirme con los diálogos de los personajes, y ya no solo porque en la mayoría de ellos brillen por su ausencia las escasas acotaciones que hay, sino por lo que duran. Como lectora, me ahogaba y necesitaba esas acotaciones que os decía para respirar. Con tantos diálogos, sin llegar a especificar la mayoría de veces quién es el que está hablando, es fácil perderse, y es lo que me ha pasado con algunos. Siento que ha faltado una mano amiga; un corrector de estilo para pulir estos detalles. También me hubiese gustado que los personajes se hubieran profundizado más porque los siento muy lejanos a pesar de que la narración está en primera persona. Hay detalles de ellos que incluso no llegamos a saber hasta que estamos casi al final de la novela, como el color de ojos de Victoria o los de Eduardo; detalles que hubieran estado mejor las primeras veces que aparecen para potenciar más el efecto que causan. Contra todo pronóstico, y a pesar de que su lectura me empezó a llamar la atención cerca de la mitad de la novela, creo que es una historia de la que podría sacarse mucho jugo si se trabajara un poco más. Por último, tengo que dar las gracias a P.C. Crespo y a su pareja por hacerme llegar “La Crisálida”. Espero que mi crítica ayude a mejorar esta novela y que llegue, al menos, un poco más lejos; a que más personas se interesen por ella. Enlace: http://laobsesiondenaya.blog.. |
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