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Crítica de Guille63


Guille63
23 March 2023
“Que Dios ha dispuesto el castigo corporal (y la Madre Naturaleza ha diseñado el lugar apropiado para el martirio) es indudable… visto de este modo, sus castigos no son simplemente necesarios, pueden ser incluso hermosos.”

No podrán decir que el título no es tentador, por bajo que sea el nivel de perversión y libertinaje que ustedes profesen. Algo así predispone inmediatamente a pensar en un oscuro espectáculo de sadomaso y, dada la categoría del escritor, a una completa y metafísica instrucción sobre todo aquello que signifique e implique la depravada relación que se establece entre amo y esclava. Vamos, lo que viene siendo la típica búsqueda de una primitiva excitación sexual haciendo ver que estamos interesados en las grandes respuestas a las grandes preguntas.

“Nuestras pasiones (se recuerda a sí mismo) son nuestras flaquezas. Una especie de fiebre de la mente, que nos deja siempre más débiles de lo que nos encontró.”

Y así la empieza uno a leer y así la empieza uno a interpretar y así la empieza uno a disfrutar, hasta que la cosa empieza a ser demasiado rara. Y claro, tras la enésima repetición de la misma escena –la doncella entra en la habitación, abre las ventanas, asea el baño, hace la cama, comete un error, un olvido, o nada y el señor la castiga azotando sus nalgas como si fueran “una hoja en blanco de papel terso y sin usar”- pasa lo que tenía que pasar, “la erección se repliega dentro del pijama como un gusano sorprendido al sol, haciendo un agujero en busca de sombra”.

Llegados a este punto, y sabiendo que definitivamente nuestra entrepierna va a tener escaso protagonismo de aquí en adelante, no queda sino preguntarse por lo que hay detrás de tal obsesión, pues claramente estamos ante el relato de una obsesión, de qué clase es, qué la causa, qué se persigue y no se alcanza. ¿No será todo este artilugio la utilización de una pulsión para hablar de otra pulsión? ¿No ilustrará esta relación perversa entre amo y doncella otro tipo de relación de índole bien distinta pero igual de íntima? ¿No representarán amo y doncella partes en lucha dentro de un mismo ser?

¿”Una hoja en blanco de papel terso y sin usar”? ¿Y si esto fuera una pista? ¿Serán el escritor y su obra el señor y la doncella? ¿Será el artista y su arte, los mecanismos de creación, el tema de este texto? Bien es cierto que en cualquier artículo que uno pueda leer sobre Coover aparece el término metaficción, por lo que no parece descabellado pensarlo. Y el caso es que todo adquiere cierta coherencia.

¿El autor domina a su obra o es dominado por ella? ¿No es el arte una obsesión que invade la vida entera del artista y hasta sus sueños, siempre repletos de elementos tan inverosímiles como los que al despertar encuentra el señor bajo sus propias sábanas? ¿La búsqueda imposible de perfección no termina siendo una flagelación a la que el artista se somete irremediablemente y hasta con cierto gusto perverso? (“De algún modo debería ser más fácil”) ¿No es esa obcecación por el ritual que siguen cada día señor y doncella, el plegarse a un manual de comportamiento, una contradicción con el acto creativo y, por tanto, tan frustrante e inútil como la relación que se establece entre ambos en la novela? ¿La obsesión creativa no impide el disfrute de esa vida que hay ahí fuera, las cosas sencillas, el sol resplandeciente, el canto de los pájaros, el “fresco hálito de la mañana” que cada día inunda la habitación del señor? Por mucho que el artista intente escapar, rebelarse ante la obsesión que se le impone, ¿no vuelve siempre vencido a alzarse nuevamente la falda y a bajarse las bragas enseñando sus blancas nalgas que volverán a ser azotadas pues bien sabe que nunca podrá abandonar la única esperanza que tiene de dar un sentido a su existencia?

“Vivir en el pleno sentido de la palabra, lo sabe, no es simplemente existir, sino darse a alguna misión, entregarse a una causa más elevada, pero en verdad se pregunta a menudo… ¿es él quién se ha entregado a un fin más elevado o es ese fin el que lo ha elegido y, en efecto, lo ha capturado a él?”

¿No se terminan la gran mayoría de los intentos del artista con el frustrante “mejor que salga y vuelva a entrar” con el que la doncella se pregunta cada día en mitad de sus actividades? O, sencillamente, ¿no será que la paja frustrada se vengó de mí provocándome esta estúpida paja mental con la que les acabo de azotar?

“Mi Dios y mi Rey, que pueda en todas las cosas veros.”
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