Adolphe

Las miserias del corazón permanecen inmutables a lo largo de los siglos; Adolphe es una muestra de ello. Cambian las palabras, sí; la sociedad muta. Quizá los motivos de enredarnos en el desconsuelo sean diferentes, pero están ahí, eso no podemos negarlo. Nos adentramos en la boca del lobo con inconsciencia, creyendo que controlaremos las situaciones y que podremos salir de ahí cuando nos plazca. Pero el corazón no se controla, mucho menos el corazón ajeno. Nos cargamos de obligaciones que el cariño perpetúa, ensalzamos nuestras obras apelando a la moral; nada de eso sirve para un corazón enamorado. Mientras, el tiempo pasa, y el egoísmo que nos lleva a postergar la decisión correcta pinta de negro la fotografía de nuestras vidas. No hay que ser valiente para decirle adiós al amor. Se necesita valentía para reconocer que ya no lo sientes.