Las hojas caídas

Mira que me gusta Wilkie Collins, que es uno de mis autores favoritos y con los que más disfruto mientras leo sus novelas... pero esta, como que no, es de lejos la que menos me ha gustado de todas las que he leído de este buen hombre. Y no es que se me haya hecho pesada, aunque debo reconocer que tardo mucho en engancharme, al principio me aburrió un poco. Y tampoco han faltado las buenas caracterizaciones de sus personajes femeninos, que como siempre es lo mejor que tiene este autor. Pero en esta obra se ve uno de los rasgos que menos me gustan de su trabajo, y que comparte con su amigo Dickens: la manía de caer en el sentimentalismo fácil. Y en esta novela, por su temática y los asuntos que trata, y por los personajes de Amelius y Sally es el perfecto caldo de cultivo para caer en este vicio. Los dos protagonistas del libro, antes mencionados, me han parecido no solo sosos, sino con caracteres muy simples y tan buenos y generosos que me resultaban soporíferos.

Por otro lado, se nota mucho que Collins, en un principio, iba a escribir una segunda parte, ya que hay aspectos de la trama que no acaban de redondearse en su final y hay personajes que parece que van a ser muy importantes en la trama, pero que luego se evaporan para acabar resultando intrascendentes en la historia. Y para acabar, los deux ex machina típicos de las tramas de este escritor son, en este libro, más evidentes y sacados de manga que en otras novelas.

Como siempre, Collins nos deja una novela fácil y que da gusto leer, con un misterio que, aunque el lector vea como va a acabar, siempre le atrapa, y situaciones interesantes que critican certera y crudamente la sociedad de su época. Pero esta novela no me ha gustado tanto otras del mismo autor.