Es una historia asombrosa que te transporta a un tiempo y lugar que posiblemente hoy en día no existe. Tengo una imagen muy clara y vivida cada que leo La Distante, me imagino en un antiguo teatro griego, casi al atardecer, rodeada de personas impacientes por la llegada del aedo, atenta a los rumores de sus viajes. Puedo incluso imaginar el tipo de voz que relata La Distante, firme, grave y confiada, la única posible para una persona que ha dedicado su vida a ser un relator. Hasta la fecha me sigue pareciendo sorprendente que en tan pocas páginas Alberto Chimal haya dejado en tinta y papel tres intrigantes historias que convergen en una sola, combinado con el maravilloso trabajo de ilustración. |