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Crítica de LAKY


LAKY
07 April 2020
Violet Speedwell es una “mujer sobrante”. En la Gran Guerra perdió a su prometido (y a un hermano) y ahora, con casi cuarenta años, se ha quedado para vestir santos. Como muchas otras mujeres de su generación que, terminada la guerra, se encontraron con que había un “excedente” de mujeres”

Violet vivía con sus padres y su hermano hasta que la guerra le quitó a su hermano y a su prometido. Poco después murió su querido padre y ella se quedó sola con su madre, una mujer gruñona, criticona y de mal carácter, con la que nunca se ha llevado bien. Dado que Violet trabaja en una oficina de seguros, decidió pedir traslado a la oficina de una población cercana, Winchester. Y allí se traslada. Alquila una habitación en una pensión, comienza a trabajar junto a sus dos compañeras y, casi por casualidad, se mete en el grupo de bordadoras de la catedral.

“No era sencillo encontrar marido porque había dos millones menos de hombres que de mujeres. Violet había leído muchos artículos en los periódicos sobre estas “mujeres sobrantes” que se quedaban solteras debido a la guerra y que difícilmente se casarían, algo que se consideraba una tragedia, una amenaza, en una sociedad preparada para el matrimonio”


Eran otros tiempos. La mayor aspiración de la mayoría de las mujeres era casarse y tener hijos. Algunas trabajaban de jóvenes pero, en cuanto se casaban o, como mucho, cuando se quedaban embarazadas, la mayoría dejaba sus trabajos para dedicarse en exclusiva a sus familias:

"Pero a las mujeres nos han preparado para eso: para darnos a los demás, para hacerles la vida fácil, sin importar lo que nosotras sintamos. Ser siempre tan generosa puede convertirse en una tarea agotadora e ingrata".


Por supuesto que ya lo sabía, que la guerra (todas las guerras) deja más muertos que muertas y que, por ello, luego suele haber más mujeres en edad casadera que hombres. Pero nunca había visto el término “mujeres sobrantes” y la verdad es que me ha impactado. En un contexto histórico y social en el que a la mujer se le preparaba para el matrimonio, ser consciente de que no iba a poder cumplir con sus destino por el simple hecho de que no había suficientes hombres para todas, tenía que ser muy duro.

Eso le pasa a Violet. A pesar de que para ella su prometido no era un simple hombre con el que casarse; era su amor, la persona de la que estaba enamorada. Por lo que su pérdida no sólo fue la pérdida de la posibilidad de casarse, sino también la pérdida de un gran amor. Si a eso le sumamos la pérdida de su padre y de su hermano, menudo panorama tenía la pobre mujer. Por suerte, tenía su propio trabajo. Aunque no ganaba mucho, sí ganaba lo suficiente para decidir independizarse de su horrible madre. Pero a costa de muchos sacrificios personales y materiales.

Me ha gustado Violet por la evolución que experimenta a lo largo de la novela. Ya era al principio una mujer bastante decidida –al menos, tal y como solían serlo en aquella época- pero va creciendo poco a poco, a medida que se enfrenta a la soledad en la que la vida le ha colocado y decide salir poco a poco de ella. Y lo hará, al principio, a través de una especie de club de costura. Son muchas las novelas que reflejan la vida de un grupo de mujeres a través de un club -de lectura, pintura- costura, etc… en el que participan. En este caso, lo que harán serán los bordados de la catedral de Winchester; bordados que aún hoy se pueden ver y admirar.

“Las mujeres de Winchester” es una novela de ficción histórica. El contexto es histórico, los escenarios también e incluso algunos de los personajes, como Louisa Peses. No así Violet, un personaje que ha salido de la imaginación de Tracy Chevalier pero que está tan bien caracterizada que bien pudiera haber existido en la realidad.

El contexto histórico me ha gustado mucho. Nos enseña cómo se vivía en una ciudad inglesa casi veinte años después de la gran guerra y pocos años antes de que estallase la segunda.

La acción transcurre con un ritmo un tanto lento al principio que hace que la lectura requiera su tiempo. La autora se toma su tiempo para dibujar bien los escenarios tanto espaciales como temporales así como a los personajes. Por eso al principio cuesta, quizás, cogerle el truco a la novela. al menos a mi me ocurrió. Aunque al principio no pase gran cosa, el libro se lee con gusto porque la verdad es que Tracy Chevalier escribe muy bonito. Pero a medida que avanza la historia y vas cogiéndole cariño a los personajes, también van pasando más cosas y el asunto se pone cada vez más interesante. Quizás no he empezado a disfrutar realmente la lectura hasta más o menos la mitad del libro pero, cuando lo hice, lo disfruté muchísimo y la sensación final es muy positiva.

La novela se estructura en veinticinco capítulos numerados pero no titulados. Es un narrador en tercera persona quien nos cuenta la historia con una prosa en la que predomina la narración sobre el diálogo. Chevalier hace gala de una prosa delicada y elegante, muy correcta en todo momento y con dejes del pasado. Y es que, si no supiera que es una autora actual y que este libro lo ha escrito hace nada, perfectamente podría pensar que esta novela (y las demás que he leído de ella) tienen un siglo o más de vida. Escribe “como de otra época”, con el ritmo y la cadencia que podemos encontrar en algunas novelas clásicas inglesas.

Conclusión final

“Las mujeres de Winchester” es una bonita novela sobre las “mujeres sobrantes”. Aquellas mujeres educadas para casarse y que no pudieron hacerlo por no haber hombres suficientes debido a la guerra. Mujeres que han de buscar su sitio en el mundo, que son miradas con pena y con lástima por las casadas pero también con miedo, como una posible amenaza. Una bonita historia narrada con la elegante prosa de Tracy Chevalier.
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