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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
19 February 2023
#retoegipcio2023 de @inquilinas_netherfield. Premisa “Arqueología”.

Hay ciertos temas y personajes en los que es inevitable caer en un reto sobre Egipto, y la tumba de Tutankamón y su descubrimiento por parte de Howard Carter y Lord Carnavorn en 1922 es uno de ellos. Y es que la tumba de Tutankamón, el faraón niño, es uno de esos elementos tan característicos que a uno se le viene inmediatamente a la cabeza cuando se piensa en el fascinante mundo del Egipto antiguo. Como bien dicen en el propio ensayo, si un rey que apenas gobernó unos cuantos años, que murió con menos de veinte años y que no hizo nada destacable durante su mandato, que fue olvidado durante muchas centurias por todos; tuvo un enterramiento tan fastuoso ¿Que no hubiera podido encontrarse en la tumba de los faraones más destacados como Ramsés II o Akenatón si estas se hubieran encontrado intactas? Simplemente pensarlo pone los pelos de punta.

En este libro, el propio Howard Carter nos relata con todo lujo de detalles todos los entresijos del hallazgo arqueológico más famoso de la historia, desde que se empezó a investigar que más podría hallarse en el Valle de los Reyes cuando este lugar parecía que no podía dar más de si, hasta los entresijos de índole más científica de los cientos de objetos, ropas y joyas que fueron hallados en la tumba. Y no solo se ciñe a todo lo que se encontró en la tumba. También da un repaso a la propia historia del valle de los Reyes, a los pasos previos que les pusieron a él y a Lord Carnavorn sobre la pista de la tumba, y da un repaso a todo lo que se sabía en la época relacionadas con las costumbres cotidianas y con la muerte y en enterramiento en el antiguo Egipto. Entre otros aspectos.

Me ha sorprendido mucho esta lectura.Me esperaba un libro más árido, con un estilo narrativo, más denso y aburrido. Y no, me he encontrado con una obra escrita de una manera muy dinámica y ágil, pero sin perder de vista lo realmente importante del hallazgo arqueológico. Howard Carter imprime a la obra un espíritu muy colorido que la hace muy amena e interesante de leer. Tiene una forma de narrar muy inteligente y agradablemente cinematográfica , logrando el equilibrio perfecto entre lo científico e histórico y lo novelesco. “La Tumba de Tutankamón” es un ensayo científico que no pierde de vista su objetivo principal de reseñar los aspectos históricos y arqueológicos más importantes que supuso el descubrimiento de la tumba. Pero lo hace de una forma muy cercana al lector, de manera que éste se instruya y descubra cosas de una forma amena y cercana. La mezcla es perfecta y atrayente, ya que incluye elementos más románticos como la aventura, la fascinación del mundo egipcio, la reverencia de entrar en un lugar que durante milenios no fue hollado por pies humanos, y la compasión que incita el que Tutankamón muriera tan joven y fuera tan olvidado por sus sucesores; con el rigor arqueológico y científico y con todo lo que el hallazgo permito descubrir sobre la cultura egipcia.

Y es que el libro es una entrañable y bien merecida oda al trabajo de los arqueólogos, al rigor científico y al esfuerzo de todos los implicados en el hallazgo. Howard Carter no duda en alabar la ciencia y demostrar como esta, ya en su época, había ido evolucionando. Respecto a los descubrimientos arqueológicos hechos en los años previos por meros aficionados a la arqueología sin una preparación estable o formal, y que tantas barbaridades y errores cometieron por estar más enfocados en hallar que en que su labor fuera relevante para la ciencia y el futuro (ejem Schliemann ) Carter nos habla de todo el caballo en equipo y el esfuerzo que se tuvieron que realizar para convertir el descubrimiento de la tumba del niño faraón en uno de los mayores hitos de la arqueología de todos los tiempos. No pueden menos que llamar poderosamente la atención la forma en que poco a poco iban dedicándole tiempo y mimo a cada uno de los objetos hallados, por pequeños e insignificantes que fueran aparentemente, con el fin de cuidarlos lo mejor posible y de conservarlos para las generaciones posteriores; y la labor prácticamente detectivesca que realizaron para determinar que fue lo que paso en la tumba desde que su destinatario fue depositado en ella (desgraciadamente, como el resto de tumbas del Valle de los Reyes, la de Tutankamón también fue el escenario de varios robos. Por suerte, todo parece indicar que los ladrones se llevaron muy poquitas cosas, aunque seguramente muy significativas) y explicar muchas de las cosas que con las que se toparon una vez dentro, dándoles no pocas veces un contexto histórico que nos ha ayudado a conocer mejor la cultura egipcia. El amor de Howard Carter hacia su profesión traspasa al lector, maravillándose este del esfuerzo que todos estos hombres llevaron a cabo y de la rigurosidad de su trabajo. Y llenándose de agradecimiento y reverencia, por la forma en que gracias a ellos nos ha llegado en tan buenas condiciones uno de los tesoros más impresionantes de la historia. Es cierto que Howard Carter presenta el lado más trabajoso de la labor arqueológica, e ignora algunos de los aspectos y asuntos más espinosos que sobrevolaron el descubrimiento (que haberlos los hubo). Y pero no por ello no puede dejar de reconocerse la labor de todos estos hombres y mujeres. de hecho, el sabio equilibrio que la expedición arqueológica supo encontrar entre secretismo, trabajo arduo y apoyo de los periodistas de la época. Fue una estrategia de comunicación muy inteligente que ayudo a que el enterramiento y los nombres de todos los implicados ganaran la justa fama y relevancia que a día de hoy mantienen.

Si hubiera que ponerle un, pero es que hacia el final se me hizo muy pesado. En el sentido de que muchos capítulos son meras descripciones de todos los objetos que se encontraron en las diferentes a las de la tumba real. Es cierto que todos estos pueden encontrarse fácilmente en Internet, y que además en mi casa contaba con un libro ilustrado, muy bueno que me ayudó a poner en imágenes todo lo que encontraba escrito. Pero esto, a la larga se hace un poco pesado, y el tener que buscar esas imágenes me sacaba de la lectura. de todas maneras esto lo cojo con pinzas, porque me parece inevitable que ocurra en un trabajo de estas características, que no deja de tener un fin más científico o divulgativo que centrado en el entretenimiento. Si hubiera que incluir fotos de todos los objetos descritos, el tomo sería considerablemente largo y grueso (y muy caro para nuestros bolsillos).

En definitiva, “La Tumba de Tutankamón” era un volumen que pensaba que se me iba a hacer muy aburrido y difícil de leer. Pero me ha dado mucho más de lo que pensaba que iba a encontrarme en él. Una lectura amena, que logra conectar al lector moderno con el antiguo Egipto y la arqueología. ha sido una lectura fascinante, que he disfrutado mucho. Howard Carter es un narrador soberbio. Una de otras muchas cosas en las que destacaba este hombre.
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