Un beso en Tokio

Si, existen personas en cuyas vidas lo excepcional se convierte en algo rutinario. Y sin embargo, la vejez les llega igual, así como el desamor, la apatía o la muerte.
Kengo Oe es una de estas personas, un arquitecto famoso y respetado cuya vida se ha detenido falta de armonía y vitalidad. Ni siquiera su matrimonio con la bella Fukiyo parece pasar por su mejor momento.
Confuso, decide viajar para buscar en aquellas ciudades de su pasado lo que le devuelva la armonía y las ganas de vivir. Ese periplo comienza en China y terminará en Zimbabue de manera abrupta.
A través del cine, la música, la arquitectura y la buena vida, todo hay que decirlo, Kengo Oe disipa sus dudas existenciales mientras el lector contempla una vida que no está al alcance de la mayor parte de los mortales pero que siempre es una delicia descubrir que existe, aunque sean las vidas de otros aportan belleza al mundo.
Una lectura agradable, con muchísimos fallos ortotipográficos que afean (una pena) la belleza de sus cortos pero intensos capítulos. Merece la pena leerlo con tranquilidad, degustando lentamente ese pinot noir, esa pequeña escultura de Giacometti o ese Fly me to the Moon que suena en la distancia...