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No sé si achacarlo a que he leído la novela a trompicones, a ratitos perdidos, pero, junto a partes que me han gustado mucho, he encontrado otras, como la carcelaria, que me han aburrido, siendo la impresión final la de un relato un tanto deshilvanado. Me encantó este párrafo (aunque también es verdad que me pareció que la reflexión estaba algo por encima de las capacidades que le venía atribuyendo a este Jack Levitt): “¿Cómo se despierta uno? Una cosa es saber que llevas toda la vida durmiendo, y otra muy distinta, despertar de ese sueño, descubrir que estabas bien vivo y que la culpa no era de nadie que no fueras tú mismo. Evidentemente, ahí estaba el problema. de acuerdo. Todo es una ensoñación. Nada funciona. Pasas de un sueño a otro y no hay ningún motivo para el cambio. Tus ojos ven y tus oídos oyen, pero nada de lo que ves y oyes tiene la menor lógica. Todo sería más fácil si creyeras en Dios. En ese caso, podrías despertarte y bostezar y estirarte y hacer muecas en un mundo construido basándose en la compasión y la muerte, el castigo del mal y la alegría del bien, y aunque el juego fuese una chaladura, por lo menos tendría unas reglas. Pero no se entendía nada. Nunca se había entendido nada. El problema, ahora que estaba dormido y no despierto, era que lo que veía y oía tampoco tenía el menor sentido. Un lío, se dijo. Sabes lo suficiente para saber que lo que sientes es absurdo, pero no tanto como para averiguar por qué.” |
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