¿Qué tengo de malo?

Buscaba una novela con voz femenina que me confiase trocitos de su vida, de su mente y de sus emociones, pero sin llegar a romperme; y debo admitir que he dado en el clavo esta vez con mi elección. Un libro que, aunque es cortísimo, ha logrado que vea y sienta como si Macarena, la protagonista, fuese una de mis amigas.

La perspectiva de niña y adolescente están maravillosamente reflejadas gracias a la forma que tiene María José Caro de expresar las preocupaciones y emociones del personaje y también por cómo nos relata lo que le va ocurriendo a lo largo de cada capítulo. Me he encontrado con una historia fragmentada —aunque narrada de forma cronológica— sobre la amistad, la familia, el deseo, el miedo de sentirte sola, de no encontrar tu lugar en el mundo o de cómo las pérdidas son algo constante en nuestras vidas. En todo momento ha sido fácil conectar con Macarena; tanto es así que he empatizado con cada emoción y cada experiencia suya sin esfuerzo alguno. A veces, de hecho, me he sentido tan cercana y próxima a ella, a lo que le sucedía, sentía y pensaba que no he podido sino sonreír para mis adentros, ya que en ocasiones me parecía estar leyendo sobre mí misma.

Cada capítulo es simple por el estilo de la autora y por la ausencia de enredos complejos en sus historias, sin embargo, es esto precisamente lo que para mí ha logrado transmitir la verdad de Macarena. Con sencillez trata temas íntimos de una mujer —niña y adolescente—; y es así, con esa forma natural y personal, como me ha atrapado de principio a fin (y todavía ahora, mientras escribo esto) durante el corto rato que lleva leer esta obra.

Sin duda volveré a ellas, a Macarena y a María José Caro, cuantas veces hagan falta.