Probablemente nada une más a la población que un éxito deportivo de su selección (sea cual sea el deporte nacional). Evidente, ¿no?. Pero... ¿hasta que punto?.
Esta historia parece sacada de un cuento de hadas, porque ese punto fue evitar una guerra civil.
John Carlin escribió la biografía más entretenida que he leído en mi vida.
Desde dos polos opuestos; con Mandela en la cárcel recibiendo la visita del ministro de Justicia (preparando el camino de lo inevitable) y el increíble triunfo de los Springboks en la final de la Copa del Mundo de rugby (ante la más poderosa de las selecciones) se nos va narrando, capa a capa, cómo un hombre que en su día abrazó la lucha armada sufrió una transformación en prisión que le hizo ver otro camino. Cómo supo perdonar a sus antiguos opresores y encontrar la única vía para unir a las dos razas bajo la misma bandera.
Aún parece increíble la forma en que logró contagiar a la población de color su entusiasmo por el símbolo y el deporte de los Afrikaners, y cómo esta selección pasó de ser un equipo mediocre a batir a la mejor del mundo gracias al empuje y la necesidad de toda una nación. ¿Es poco?. Bueno, pues además ocurrió tan sólo un año después de que Mandela fuese elegido presidente de Sudáfrica en las primeras elecciones democráticas de su historia.
Qué distinta habría sido la historia del país si alguno de los milagros que se cuentan en este libro no hubiese ocurrido
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