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Edith vive una vida tranquila con sus padres hasta que estos le muestran un anuncio del periódico: la familia Everleigh busca una institutriz para su hija. Nuestra protagonista será seleccionada para este empleo y viajará hasta la mansión donde viven la señora Everleigh y su hija pero, una vez allí verá y sentirá cosas que los demás no parecen percibir... ¿Qué se oculta en la mansión? Nos encontramos ante una historia gótica victoriana que me ha tenido enganchada desde la primera página. Ya desde el primer día de Edith en la mansión empiezan a pasar cosas que te intrigan y, a medida que avanzas, estos sucesos se van complicando más y más. Pero, lo que más me ha gustado es que, cuando parece que se va a aclarar todo, de repente ¡BUM! pasa algo que te deja sin palabras... Pasas la página y... Fin. Desde luego la autora sabe crear tensión y dejar con la miel en los labios, porque necesito leer la segunda parte y saber qué va a pasar ahora. La tensión es palpable a lo largo de toda la historia y llegó un momento en el que no sabía en quién podía confiar Edith. Yo, desde luego, desconfiaba de todo. La ambientación es algo que me ha encantado. Yo soy muy fan de la época victoriana y las historias góticas, así que este libro lo tiene todo para encantarme. Además, en algunos aspectos me recordaba un poco a Jane Eyre, uno de mis clásicos favoritos, así que me ha conquistado. En general, una historia gótica que engancha y te mantiene intrigada hasta después de pasar la última página. Con un final de infarto que te deja con la miel en los labios y muchas incógnitas por resolver. Si os gustan historias como Jane Eyre, este libro os encantará y merece muchísimo la pena. |
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