Marcovaldo

Una lectura ágil y fluida, con un lenguaje cercano y salpicado de ironía, y con mensajes muy valiosos sobre el consumismo, la vida urbana y la contaminación.

Cesare Pavese definió a Ítalo Calvino como “una ardilla de la pluma”. Una caracterización muy acertada para un escritor que juega con la imaginación produciendo textos ligeros, muy accesibles a todo tipo de público y edad, pero enormemente significativos por su esencia y las reflexiones que contienen.

El título completo de esta obra publicada en 1963 es “Marcovaldo, o sea las estaciones en la ciudad”. Se trata de un compendio de veinte relatos a través de los cuales se realiza un recorrido por la vida urbana cuyo devenir se mide en función de los cambios meteorológicos que alteran su ritmo.

El protagonista, nexo de unión de cada ciclo, es un padre de familia que lucha día a día para llegar a fin de mes. El único respiro que le ayuda a enfrentarse al bullicio y frenesí de la urbe lo busca incesantemente en la naturaleza. Ésta será una tarea ardua que le ocasionará más de un quebradero de cabeza. Encontrar un trocito de cielo en una noche estrellada inundada por carteles luminosos que invaden las vistas desde su balcón o intentar pescar en un río contaminado, son algunas de las aventuras que vivirá, teniendo como resultado un sinfín de anécdotas y situaciones descabelladas y surrealistas.

Calvino fue un escritor muy activo desde el punto de vista político y algunas de sus obras pueden considerarse como pequeños tesoros éticos y culturales. En “Marcovaldo”, humor y conciencia se unen para mostrar el vínculo que nos une a la ciudad y aquél que nos separa de lo rural. Nos invita a cuestionarnos nuestro papel como ciudadanos y habitantes de un mundo dominado por los ruidos, el materialismo, las prisas y la polución. La sociedad vive sumida en un espiral de publicidad y “progreso” que nos aleja cada vez más de nuestro origen y nos desconecta de la realidad.