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Entre las muchas cualidades de los libros, una de ellas es de hacernos sentir nostalgia de épocas que no hemos vivido o de lugares que no hemos visitado. En este caso, Roma sí la he visitado como uno de esos turistas perdidos, pero la que echo de menos es esa Roma de calor sofocante que veíamos en La Dolce Vita. Esto es algo tan personal como cualquier otra emoción, no os pido que me entendáis, pero seguro que alguna vez os ha pasado. Leo Gazzara llega a la Ciudad Eterna con la primavera, con sus 30 años cumplidos y la sensación de que su vida parece haber quedado en punto muerto, como su viejo Alfa Romeo. 𝐆𝐢𝐚𝐧𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐨 𝐂𝐚𝐥𝐥𝐢𝐠𝐚𝐫𝐢𝐜𝐡 describe de manera muy ágil, muy visual, tanto que puedes percibir ese olor característico de la lluvia veraniega en el asfalto frente al Panteón, la vida de Leo intentando hacerse un hueco en la vibrante, confusa y, a veces, hipócrita vida social romana. Con ese estilo directo pero cargado de poética, Calligarich hace un retrato espectacular de una época que ya no podrá repetirse. Es curioso, la vida y la forma de pensar de Leo, sus amigos o su amante podría ser la nuestra, pero me provoca una no tan sana envidia el que hayan podido vivir esa realidad sin la hiperconectividad de nuestros días. 𝑳'𝒖𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒕𝒆 𝒊𝒏 𝒄𝒊𝒕𝒕à se disfruta a través de las emociones que te provoca y de las reflexiones universales que nos presenta. Sin embargo, no busquéis una trama rebuscada llena de giros. Este libro se disfruta como un buen café mirando el atardecer al borde del mar. Además de un canto a Roma, también es un libro plagado de referencias culturales, sobre todo literarias, desde Shakespeare a Borges pasando por Chéjov o Nabokov. Es curiosa también la propia historia de la novela. Primero publicada en 1973, con éxito de público, luego desaparecida y condenada a los estantes de las librerías de vieja. Después convertida en novela de culto gracias al impulso de los clubs de cultura y a cierto movimiento universitario. Pero no os preocupéis, ya os he dicho que "L'ultima estate in città" no es una novela especialmente intelectual, al contrario, a veces es muy visceral y siempre extraordinariamente humana. Un pequeño nuevo clásico de la literatura italiana. |
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