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La novela se abre con la inspectora Cayetana Garcés, a quien ya conocimos en el oscuro caso de Vera, cenando con Carlos Real, su pareja. Ella se dedica a la investigación de los homicidios, él es un apasionado de las novelas policíacas. Por ello no es de extrañar que, en su cita romántica, repasen las extrañas coincidencias que Ernesto, su amigo que reside en el valle de Olba, les ha contado. Ernesto Rueda asciende, desde que se jubiló de forma prematura a los cincuenta años, casi cada semana a la Peña Blanca, lo que antaño fue un pueblo con más de una decena de casas y ahora solo es un destino ocasional. En sus excursiones descubre una cuerda de tener, una azada, una jeringuilla, un perro muerto y unas pintadas, versos dedicados a la luna escritos con la misma caligrafía y la misma pintura. Además, ¿por qué se estaban congregando todos los gatos de la zona frente al busto de Manuel Pertegaz? ¿Cuál puede ser la relación entre todos estos sucesos y la muerte de Arturo Morales Gracia en la ciudad de Valencia? ¿Y por qué estaría un chico que residía en la calle Bilbao pasando la noche, solo, en un apartamento del centro? Para descubrirlo, Cayetana deberá infiltrarse, con la ayuda de Ernesto, entre los peculiares habitantes de los pueblos del valle. Valle en sombras presenta un recorrido interesante por sus localizaciones: Valencia y el valle de Olba. Una auténtica delicia para aquellas enamoradas de las calles de Valencia como yo. Y un incentivo para conocerlos. Este es precisamente uno de los puntos fuertes de la historia, la construcción de personajes y escenarios en una investigación repleta de giros sorprendentes en un ambiente onírico repleto de rituales. |
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