La parábola de los talentos

Segunda parte de ésta en origen trilogía de Butler, que lamentablemente terminó en este volumen porque la autora falleció antes de escribir el tercero.

En el primer libro se nos presentó un Estados Unidos distópico en el que el cambio climático ha provocado una lucha por bienes como el agua había quebrado completamente la población, dividiéndose en los ricos poseedores de los recursos, la clase media autoprotegida y los delincuentes y adictos. Lauren Olamina es una adolescente de clase media que se ve obligada a abandonar su casa cuando los delincuentes toman el pueblo, separándole del resto de su familia a la que considera muerta. Tras esto empezará su peregrinación hacia el norte, donde se supone que la situación es algo mejor, con idea de crear una comunidad basada en las creencias de Semilla Terrestre, un credo creado por ella y adaptado al nuevo mundo cambiante en el que viven.

En esta segunda obra nos encontramos en Bellota, el asentamiento creado por Olamina en las tierras de Bankole, que es un médico que se convirtió en su pareja durante el camino. Con ellos conviven otras personas que se fueron encontrando y que aceptaron formar parte de la comunidad de Semilla Terrestre, ya fuera por creer realmente en ese credo o porque quisieran formar parte de un grupo para sentirse más seguros. Dentro de que el país se ha ido a la mierda parece que han conseguido crear algo bueno, una comunidad en la que todos aprenden y enseñan y en la que se sienten protegidos.

Pero, como suele pasar en momentos de crisis, se produce un auge del fascismo y el ultraconservador Jarret se alza con el poder. Debido a ello Bellota es atacada por un grupo que se autodenomina Los Cruzados de Jarret y que destrozan todo lo que habían logrado construir, separando a hombres, mujeres y niños y sometiéndoles a un régimen de terror, muy especialmente a las mujeres. Posteriormente la comunidad quedará disuelta, pero Olamina seguirá con su intención de difundir Semilla Terrestre al mismo tiempo que busca a Larkin, el bebé que tuvo con Bankole. Y toda esta historia la conocemos años después a través de Asha Vere, que ha conseguido los diarios de Olamina.

Sin duda se trata de una de las mejores obras de ciencia ficción que he leído, hay un realismo desolador en todo lo que narra Butler, como si se tratasen de verdaderas premoniciones. Mientras lo leía he tenido pesadillas debido a lo que me impactó la lectura, y el poso que han dejado ambos libros en mí tengo claro que perdurará en el tiempo. Lo bueno es que, aunque no terminase la trilogía, el final que ofrece esta segunda obra podría ser un cierre perfectamente, por lo que recomiendo muy encarecidamente su lectura.