Cuando yo tenía cinco años, me maté

   Cuando este libro cayó en mis manos, intuí que no sería uno más y que, igual que no lo sería para mí, otros antes que yo debieron pensar lo mismo. No me equivocaba. Hice entonces algo que no suelo hacer: investigar sobre el autor y leer las opiniones antes de enfrascarme en lo que ha sido una experiencia de las que te hacen reflexionar a fondo.

   Howard Buten es psicólogo especializado en tratar a chicxs con autismo, escritor y clown. Solamente con esta información, ya tengo para meditar un rato. Leyendo en la web de @blackiebooks acerca de él, me llamó la atención un dato importante: Howard afirma que su personalidad se fijó a los cinco años y que "solo se  reconoce en las fotografías de aquella época".

   A ver quién es el valiente que después de esto vuelve a mirar el título y decide dejarlo pasar. Tocaba meterse en la historia de cabeza, aunque supiera que lo más probable es que me terminara dando vueltas como una noria.

   No te gustará este libro si lo lees desde el adulto que eres y no permites que tu yo de los ocho años haga acto de presencia. Algunos de los comentarios que se han escrito sobre él lo catalogan como sórdido. Nada más lejos de la realidad. Nos hemos acostumbrado a psicoanalizar y a juzgar los comportamientos ajenos como si hubiera una ley humana que midiera los sentimientos. Y a sentenciar que todo lo que quede lejos de esa línea imaginaria, ya sea por exceso o por defecto, es un trastorno. Lo hacemos, además, desde un púlpito de sabiduría que creemos adquirida por edad. Y es que algunos son ancianos ya desde los dieciocho.

   Deberíamos regresar más a menudo a esa edad en la que sientes y piensas, pero en la que nadie lo tiene en cuenta. Porque los adultos son seres dotados de un poder que silencia cualquier respuesta para la que no hayan formulado una pregunta; que tienen la fea costumbre de verlo todo desde su realidad. 

    Y la realidad de los adultos mata cualquier síntoma de inocencia.