Bezimena

Quiero advertir desde el primer párrafo que se trata de una obra bella pero extremadamente dura. Contiene imágenes de violaciones, por lo que es importante que esto se sepa desde un primer momento, antes de querer leer la novela. A veces no encontramos los llamados triger warning en muchas reseñas, y lo veo altamente importante, sobre todo para víctimas de agresiones sexuales.

Dicho esto, no queda más que añadir a la brutalidad que recorre las páginas de esta novela gráfica. Por muy bellas que parezcan algunas imágenes, muchas muestran escenas crueles y desagradables, que hacen replantearte el mundo en el que vivimos. Parecen sacadas de pesadillas, pero estas experiencias son reales, desgraciadamente.

Lo original de esta historia es que nos muestra lo que piensa el agresor sexual. Según él, no está haciendo nada malo, es algo natural que no solo él quiere, sino que las mujeres necesitan y anhelan. Es una idea inquietante, perturbadora, que no te hace (ni lo desea) entender al agresor ni mucho menos, pero sí ver cómo la sociedad debería poner cartas en el asunto y luchar contra este tipo de violencia con ahínco. Una sociedad que sigue mandando señales negativas tanto a mujeres como a hombres sobre sus relaciones sexuales, tóxicas y desnaturalizadas, a través del cine, anuncios de televisión o vídeos pornos en internet. Mensajes que recibimos desde pequeños incluso y que van calando en nuestra forma de ver el sexo.

Es una historia breve, con pocas palabras pero impactantes ilustraciones, que hacen que lo leas con el corazón encogido de pura rabia. al final del libro, la propia autora nos da testimonio de cómo, cuando era tan solo una niña, intentaron abusar de ella, y por mucho que su familia intentara hacer algo, se consiguió bien poco por parte de las autoridades. Hablamos de la Serbia de los 80 del siglo XX, pero me pregunto si ha cambiado tanto la situación como para poder alegrarnos. No lo creo. Como digo, una lectura dura, pero un tema que hay que poner sobre la mesa.