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¡Qué difícil escribir estar reseña! Esta novela fue mi favorita durante muchos años. Me pregunto qué me atrajo tanto de esta novela en mi juventud y no por ello le quiero quitar valor. Supongo que esos personajes tan tormentosos, cuyos sentimientos se derraman por todas partes y no ocultan nada. Ese amor incondicional y orgulloso de Heathcliff hacia Catherine es el tipo de amor que anhelaba y que creía capaz de atraer. La novela es la historia de Heathcliff y las personas que le rodean, y la historia de Heathcliff es la historia de amor hacia Catherine, y su venganza contra todas las personas que él considera que le han tratado mal o le han despreciado. En esta segunda lectura, he visto a Heathcliff como un villano y un loco más que un enamorado. Ha coincidido además con la película “Emily”, sobre la vida de la autora, y la reseña del canal Cumbres clásicas. Ahí se explica que Heathcliff es el héroe byroniano, como Rhett Butler en “Lo que el viento de llevó”, por ejemplo. Básicamente es el malo malote lleno de amor exclusivo y excluyente hacia una única persona y por encima de todo, sin que le importe nada más. Un amor que todo lo puede y en una comunión tal que no se distingue dónde acaba uno y empieza el otro (a pesar de que Catherine se casa con Edgar por convención social). El título de la novela se centra en la naturaleza de Heathcliff, encarnada en Cumbres borrascosas, que contrasta con la Granja de los tordos, siendo el primero un infierno tóxico y el segundo un cielo refinado. El clima refleja los sentimientos exaltados que atormentan a los personajes, en especial, a los amantes Heathcliff y Catherine. La tradición romántica trata de romper con el ideal heredado desde Petrarca, y los protagonistas son oscuros tanto en su alma como su aspecto físico, de ojos negros como las puertas de los infiernos que reflejan sus sentimientos más profundos. Los dos son toscos como los niños que no han olvidado su conexión primigenia con la naturaleza y con su naturaleza. Gritan, lloran, se retuercen y, como la caprichosa Catherine Earnshaw, son capaces de morir por una rabieta. No ocultan nada ni por su conveniencia ni por ninguna otra cosa. Las ventanas, que aparecen abiertas en momentos clave, son el portal entre este mundo y el más allá, donde el amor es eterno. Un amor tan misterioso que es más grande que todos ellos. Igual de misterioso es el origen de Heathcliff, ese gitano que trae el Sr. Earnshaw, que muere antes de poder salvarlo del maltrato de Hindley. de hecho, es tan misterioso como el mismo relato, en primera persona, pero contada por observadores mediante la técnica de las cajas chinas: Lockwood nos relata lo que observa, y se equivoca en todas sus primeras impresiones; y Nelly le cuenta a Lockwood aquello que presenció. Como curiosidad, no se relatan ninguna de las bodas, o bien porque tienen lugar en secreto, o porque se consideran el producto más que el proceso, lo cual las hacen dignas de elipsis. La historia de la segunda generación es imprescindible para aportar luz a una novela tan desesperanzada. Catherine hija es tan fiera como su madre, pero conserva la bondad que encarna la Granja de los tordos. Por su parte, Hareton es tratado con la misma injusticia que Heathcliff niño, pero tiene el pelo castaño y no negro. Ambos son versiones mejoradas de aquellos que representan. No sufrimos tanto por los tormentos de Cathy y Heathcliff como por el atroz maltrato que ejerce Heathcliff sobre Catherine hija y su propio hijo Linton, así como Hareton, en una venganza injusta, tramposa y sin sentido porque no aporta nada ni a él ni resarce su profundo odio. Claro que Nelly quiere desde un principio a Hareton y más tarde a Cathy, que en un primer momento trata con desprecio a Hareton, como lo había hecho su madre con Heathcliff, para después enseñarle a leer y escribir, es decir, para redimirlo y hacer que ambos puedan vivir tranquilos y felices, en comunión con la naturaleza, pero también con la cultura, es decir, lo mejor de la civilización artificial de la humanidad. En tanto que se relata la brutalidad de determinados personajes y por esa historia que contrapone dos generaciones, me recuerda a “Los pazos de Ulloa” y “La madre naturaleza”, donde también tenemos personajes de tez clara y delicados frente a otros embrutecidos en un campo donde predominan los árboles torcidos por el viento y el mal tiempo. El final feliz es posible cuando al final Hareton y Cathy, los favoritos de Nelly, se enamoran y Heathcliff muere de forma tan extraña como la que lo trajo a Cumbres borrascosas de niño. Se supone que su fantasma se ha unido con el de su amada Catherine y los dos fantasmas son vistos por los campesinos, cosa que a esas alturas de la narración da igual. Ahora que la tormenta ha pasado y la nueva pareja se casa y planea irse a vivir a la Granja de los tordos, esa imagen lo único que hace es conjurar al fantasma de Heathcliff para abrir los cielos de luz y permitir que todo el mundo pueda por fin vivir en paz. |
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