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Cumbres borrascosas (1847) es la única novela de Emily Brontë. Su hermana Charlotte fue la encargada de la realización una segunda edición póstuma, por lo que muchos, inicialmente, la consideraron obra suya. La recepción en su época fue más bien tibia, ya que el lector del momento no comprendió su particular estructura de muñecas rusas que hace realmente especial a este libro. La trama, ya conocida por todos, es narrada en gran parte por la señora Dean al señor Lockwood, inquilino de la Granja de los tordos, antiguo hogar de la familia Linton y ahora propiedad del terrible señor Heathcliff, quien tiene a todos bajo el yugo de su despotismo y su crueldad, intentando hallar consuelo en una venganza que jamás le devolverá a su amada Catherine Earnshaw. Cuando leí por primera vez esta novela yo estaba en la facultad, en English literature y, obviamente, lo hice en inglés. No sé cómo pude, la verdad. El caso es que la recuerdo, tras esta última lectura, y no perdí demasiados matices, casi nada relevante, en realidad. Tal vez Heathcliff me resultara más romántico y arrebatado entonces, Catherine Earnshaw más digna del aprecio del lector... Y la escena en la que él abre su tumba para que, una vez él muera y repose a su lado, sus cenizas se confundan para siempre, menos repugnante. Y es que el Heathcliff de mis recuerdos era un pobre diablo que había tenido mala suerte en su vida hasta que el amor logró redimirlo cuando, en realidad, ese amor obsesivo solo consiguió torturarlo hasta el final de sus días y arrasar, a su vez, con todo lo que la vida hacía florecer cerca de él. Enlace: https://www.instagram.com/mi.. |
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