Fahrenheit 451

Simpre que me animo a hacer una relectura de un libro que me encantó en su momento, me da algo de miedo que con el paso del tiempo haya perdido eso que me provocó, o que lo lea con otro ánimo y desaparezca ese recuerdo. Menos mal que con este libro no ha pasado. Me sigue pareciendo igual de espectacular que la anterior vez. de hecho, suelo apuntar citas de los libros que voy leyendo, y en esta segunda lectura, he apuntado muchas nuevas que en su día pasaron desapercibidas ante mis ojos. Y eso ha sido increíble.

La historia es archiconocida y nos presentará a Guy Montag, un bombero cuyo trabajo consiste en provocar fuegos, no apagarlos. Y los fuegos tiene como objetivo los libros. ya que estos incitan el pensamiento libre, el mayor enemigo de una dictadura. Esta controlada sociedad distópica, reduce a los ciudadanos a través del continuo estímulo audiovisual, de manera que si la mente siempre está entretenida viendo y oyendo cosas, no se permite reflexionar o questionarse elementos propios de la vida. de esta manera, nunca suponen un peligro. La gente que piensa es peligrosa, y el peligro se estirpa de la sociedad.

Me flipa el personaje de Clarisse y también me gusta como Montag va evolucionado, de un ser anodino y adaptado a la sociedad que lo controla, a otro rebelde que quiere aprender, conocer y preguntarse cosas del mundo.

El caso es que esta novela es brutal, de principio a fin. No tiene ni una coma fuera de lugar. Quizás, a priori, destaque menos que otras historias visualmente más impactantes como puede ser 1984 o Un mundo feliz, pero para mí está bastante por encima de 1984 y empatada al mismo nivel que Un mundo feliz.

En el futuro, habrá una tercera lectura sin lugar a dudas