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Corinna Bomann, la autora, es esta entrega final de la trilogía sobre Lejongard nos trae una historia donde sobresale el poder del amor, la fuerza de la convicción y la familia, el dolor de la pérdida y el aprendizaje ante los obstáculos de la vida. Nos presenta como protagonista a Solveig, la nieta de la condesa de Lejongard, que tendrá que aprender a superar la pérdida de su prometido con ayuda de la familia y amigos. Con esto podemos ver que por muy dura que sea la perdida, y por mucho que nos duela y alarguemos el duelo, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos para que lo superemos. O siempre nos podremos agarrar a algo, o algún motivo, para salir del estado de tristeza que una situación luctuosa genera. Incluso nos enseña que, aunque no olvidemos a esa persona, podemos abrir el corazón y la mente a conocer a otras que pueden llegar a ser igual de importantes en nuestra vida. Junto a esto, también nos da otra visión de cómo las siguientes generaciones de una familia, o simplemente de la humanidad en su conjunto, van ampliando la mentalidad de sus progenitores en cualquier ámbito de la vida, produciendo grandes revoluciones sin apenas ruido. Además de proporcionarnos la idea, o mejor dicho nos presenta una posible solución a los bajones mentales, en esta ocasión supeditada al trabajo y mantenimiento de la tradición y/o el negocio familiar, unido a la modernización de las técnicas de trabajo. Por otro lado, también nos habla de cómo una amistad puede terminar convirtiéndose en el gran amor de una vida para algunas personas. Aunque para ello se tiene que dejar que esa persona especial rompa nuestras barreras y miedos. Y para ello no podemos vivir anclados en el pasado. De la misma manera, podemos observar cómo el emprendimiento y el trabajo duro, junto a la constancia terminan dando como resultado que consigamos nuestros objetivos. Sin embargo, para ello también tenemos que armarnos de una gran paciencia, y dejarnos asesorar por personas con más experiencia. Y todo ello sin perder la ilusión. Y como nexo de unión de toda la historia encontramos los cambios sociales y de pensamiento que estaban transformando al mundo occidental entre 1967 y 1972, época en la que se ambienta la novela. Cambios que se observan en el propio universo de Lejongard, eje de toda la obra. A pesar de no haber leído ninguna de las otras dos anteriores novelas de la trilogía, no he tenido problema para seguir la trama de este episodio final. El cual, de hecho, me ha parecido muy bueno, manteniendo la emoción hasta el final. Por ello considero que es una lectura muy recomendable. |
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