En las páginas de este diario íntimo de Christian Bobin hay mucho dolor y, sobre todo y ante todo, mucha alegría. Son meditaciones con forma de prosa y con fondo de poesía. Hablan de la muerte y de la soledad, pero se nutren de la vida y de la belleza de las pequeñas cosas, que "no són quizás tan pequeñas": las flores, las nubes, una taza de café, un poema, el viento meciendo las cortinas... Tengo el libro subrayado completamente y ha dejado en mí un poso de calma y gratitud. |