Cartas eróticas: Las joyas epistolares más íntimas y pasionales de las grandes figuras de la historia

No sé si quedará por ahí algún loco romántico que se tome su tiempo a escribir cartas -sí, manuscritas, de renglones torcidos y tinta corrida-, además, cartas eróticas. Quiero creer que sí. Que aún existen individuos sin miedo, que desafían a la muerte y se lanzan al abismo del placer. Y, además, reviven ese goce con su amante, su amigo o con su padre. Yo qué sé. Son locos románticos. El mundo está a sus pies.

Ahora que lo pienso uno, al menos uno, sí que respira entre nosotros. Nicolas Bersihand, escritor, traductor y editor francés, presenta un apego especial al género epistolar. Por ello dirigió la única editorial dedicada a este género, DesLettres, que publicó la colección epistolar Mots Intimes. También publicó Cartas a la madre (Ediciones B, 2022) y, actualmente, Cartas eróticas (Ediciones B, 2023), que es la obra que nos ocupa.

A lo largo de sus páginas desbocadas encontraremos una cuidada selección del epistolario real de los personajes más variados. Leeremos a Diderot afirmando que «hay algo de testículo en el fondo de nuestros sentimientos más sublimes (...)» o a Guy de Maupassant advirtiendo a un amigo de que «un hombre empalmado no tiene palabra». Otros, como Stendhal -quien explica a Mérimée su método para «beneficiarse por primera vez a una mujer decente»- o Alejandro Dumas, hijo, quien llega a recomendar el asesinato como castigo para mujeres infieles muestran una de las partes más oscuras de la antología.

Nuestra Emilia intercambia distintas misivas con su miquiño y Josefina manipula a un joven Napoleón. Proust se queja a su casero de sus vecinos más apasionados, mientras el marqués de Sade se muestra de lo más ardiente. Trotski hace lo propio con su esposa y se disculpa cuando piensa que es la primera vez que le escribe sus intenciones. La falta de las mismas ocupa la sincera carta que Virginia Woolf le enviará al que sería su esposo, dejando constancia de su desinterés en el asunto.

Podría seguir hasta la noche. Y otra noche más. Pero lo mejor es que (os) lo regaléis este San Valentín. O cualquier otro día. Así os pondréis del lado de los locos románticos. Y el mundo estará a vuestros pies.
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