Como bestias

Un gran misterio se cierne en un pequeño pueblo aislado de los Pirineos franceses: ha aparecido una niña en las montañas, y nadie sabe quién es ni cómo ha podido sobrevivir toda su infancia en una cueva con la única compañía de El Oso, un joven mudo y asalvajado que hace muchos años dejó de bajar a un pueblo donde siempre se le ha mirado con desprecio y recelo.

El género negro, el drama rural y la fábula se dan de la mano en este adictivo libro que se lee en pocas horas. En cuanto empiezas, el misterio te atrapa y necesitas conocer más de esta fascinante historia, que se va a ir desgranando poco a poco a través de una serie de interrogatorios policiales.

Esta polifonía de voces representa fielmente los cuchicheos y rumores que tienen lugar en cualquier comunidad pequeña. Son personas repletas de prejuicios e ignorancia, y de miedo al diferente, a lo que no pueden comprender, o a lo que se desvía de sus convenciones sociales y conceptos vitales. Este mosaico de opiniones son como pequeños afluentes que van confluyendo en un mismo río, alimentándolo a base de leyendas, chismes, habladurías y juicios de valor.

Es curioso que frente a esta verborrea nos encontremos con un personaje mudo, El Oso, cuya identidad se va construyendo en base al prisma arisco con que es visto por los demás. Aun así, hay dos relatos que nos van a ayudar a apreciarlo de manera más amable: el de su madre, tajante y repleto de razón; y el de un ganadero que vive al otro lado de la montaña, cuyo precioso capítulo rezuma amor y respeto por los animales.

También hay espacio para el mito: se cree que en las montañas habitan unas hadas, cuyo papel en la historia se hará esencial en tanto que sus cantos preceden cada uno de los capítulos que componen este libro, permitiéndonos, poco a poco, entender la magnitud de la problemática que hay detrás de la súbita aparición de la pequeña.

“Como bestias” es un libro deslumbrante y misterioso que en sus escasas páginas esconde una impactante denuncia social.