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Philip Trent y el caso Trent, E.C. Bentley, leída para el bimestre detectivesco del Una novela ligera, entretenida y agradable. Me esperaba sin embargo algo más chispeante, con ese toquecito socarrón y esa fineza de los tipos listos británicos que arreglan la vida a Scotland Yard, un cuerpo de policía siempre necesitado del listo, alto y muy aristocrático detective aficionado. Trent es un investigador muy feliz de conocerse, estupendísimo cuando menos, y me encanta lo que le gusta echar copazos con todo cristo que tenga algo que contar. Su profesión de pintor de retratos no cuadra nada con su personalidad, lo mire por donde lo mire, y me resulta curioso que esté felizmente casado, aunque ese matrimonio no aporta nada a la trama. Parece más un soltero que se dedica en batín a escribir artículos de opinión o a rascarse aquí y allá mientras cuenta las libras paternas. al margen del personaje, la trama no es demasiado complicada y el libro tiene la extensión optima para no agotar el argumento, pero echo de menos la construcción del misterio en sí. al margen de lo que él tiene en la cabeza no hay un escenario y unos personajes que realmente te capturen en el “ha sido éste o la otra”, tampoco he sentido ese apremio del “a ver, a ver” y “sólo otra página más”, básicamente no me enganchó. Eso sí, hay un muy curioso capítulo en el que se habla de unas orgías de la clase alta francesa, una pandilla que se mete drogas químicas hasta reventar y la lían parda en un palacete al que llaman del éxtasis, un tema inesperado y rocambolesco metido en una historia bastante manida: millonario cabrón se busca el tiro que le meten. No seguiré leyendo a Trent.
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