Quién de nosotros

Benedetti es sinónimo de exquisitez.

Su escritura, aun cuando abusa ( y aquí es casi sobrenatural) no solo contiene riqueza léxica, el uruguayo, además posee el don de aunar profundidad y belleza en sus letras.

Quien de nosotros es una descomunal orgía de la palabra, una bacanal ordenada.
Cada palabra conforma una melodía en su frase, y está, a su vez, en su renglón.

Tres narradores. Cada cual con una técnica distinta, diario, epístola y cuento y un triángulo donde en el fondo...impera la soledad.

Su dos primeros actos, sencillos en su complejidad, son gritos de almas desbordadas.

El primero por la aceptación de la culpa. Todo lo hizo mal.

En el segundo ella, tan breve como concreta, libera su reproche, directo y hermoso en la crueldad de la tristeza que acompañó a su vida en común.

El último escenario puede llevar a confusión al lector si no tiene claro que mezcla ficción y realidad y donde, por una vez, los pies de página son imprescindibles para su comprensión, aviso ( como conmigo hicieron) que hay que leerlos en el orden que la narración pide, ni antes ni después.

Un argumento ya escrito cientos de veces donde Mario juega a indagar en lo más profundo de cada ser y además le impregna al texto, poesía, originalidad y por encima de todo, consigue hacerlo atemporal.

Y es que los abismos interiores de cada cual, allá donde anida la vulnerabilidad y aquello que te hace "vulgar" ( entiéndase como simple mortal) no influyen avances, tecnologías, modas ni tendencias. ¡¡Qué hermoso misterio que siendo el alma, lo más antiguo de la humanidad a su vez, sea siempre actual!

Texto lleno de pedrería y lentejuelas emocionales, la recargada belleza de soledad y tristeza que, aun pareciendo paradójico, comprendiéndolas y dándoles el espacio justo, son la esencia de tu libertad.

Me salió una reseña seria, a veces, me necesito de esta forma.
Desnudo se respira mejor, ¡pero qué trabajo cuesta!