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En 1955, a miles de esposas, madres y amas de casa les salieron alas, escamas y garras y alzaron el vuelo para no volver. A Alex, nuestra protagonista, le encantaría saber más del tema, pero es completamente tabú, el gobierno decide encubrir este hecho y para el resto de la población el hecho, simplemente, jamás se produjo. Nos encontramos ante una novela diferente a lo que esperaba, y tengo que decir que me ha sorprendido mucho y para bien. Es una novela morada, de principio a fin. Después de leerlo lo primero que tengo que decir es que, aunque aún queda camino que recorrer, después de leer esta novela estoy aún más agradecida a todas esas dragonas que lucharon para abrirnos el camino a la igualdad. De la mano de Alex iremos viendo cómo desde un edad muy temprana los niños eran adoctrinados, no podían tener curiosidad, que era considerada impertinencia, y como resultado tenemos unas normas que son así y punto, incuestionables. En 1955 el papel de la mujer era muy diferente al actual, encasilladas como madres, amas de casa y esposas (en el mejor de los casos secretarias). Una época en la que cualquier tipo de asunto femenino es tabú e indecoroso. Creo que la autora ha hecho un trabajo magnífico con la historia de Álex, algunas de sus vivencias son tan injustas que me hervía la sangre. Desde el principio se ve muy claro que los dragones son una metáfora de las mujeres que se salían del molde de la época. Que no aceptaban los roles establecidos para ellas y deciden rebelarse, escuchando la llamada de la magia, para evolucionar en dragones y ser libres al fin para ser lo que quieran, sin limitaciones y sin normas impuestas por el patriarcado. |
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