Crímenes ejemplares

"No hay tantos crímenes como dicen, aunque sobran razones para cometerlos”

Y es que hay algunos que se lo ganan a pulso, el pesado vendedor de loterías, el antipático que me pisó en el autobús, el que me quemó con su cigarrillo mi traje nuevecito, el hermanito que no me iba a dejar jugar con sus regalos de reyes. Hay ronquidos insoportables, listillos pedantes, invitados que no saben cuándo irse…

“Lo maté porque estaba seguro de que nadie me veía”

De estar seguros, díganme que no acabarían ustedes con el bla bla bla bla interminable de alguno, con su risa impertinente, con su impuntualidad, con sus olvidos… Qué le vamos a hacer, los hombres somos como nos hicieron, no veo por qué “a poco aquí a cualquier desgraciado muertito lo llaman cadáver”… porque el jarrón roto era de mi santa madre, porque no se le pueden dar tantas vueltas al café, porque era de Vinaroz, porque olía mal, porque rumiaba, porque le sudaban las manos, por feo… porque soy muy hombre.

¿Qué más da ese que otro?

Si usted nunca ha matado a nadie, ni siquiera por aburrimiento, que sepa que es muy divertido, como divertidos son estos crímenes (aunque la diversión va de más a menos) que el autor fue escribiendo aquí y allá, en libretas o papelitos sueltos, y que ha tenido ediciones diversas añadiendo o quitando crímenes. Esta de aquí tiene el valor añadido de que está ilustrada por Liniers en una edición impecable de Libros del zorro rojo (la cuarta estrellita es de ellos).

“… lo estaba deseando, si no él, yo”